Veletas Abril 1984
Veletas.
A
golpes de viento se dejan llevar.
Izquierda,
derecha, norte, sur.
Suben
montañas, recorren valles
y
siempre encuentran
un
árbol donde esconderse
del
día o de la noche.
Quizás
mañana sople un viento calmo
que
no consiga moverlas, y entonces,:
¿detrás
de quién correrán?
¿A
quién entregarán su mano?
Gritan
y su voz
se
viste de mil colores
y
a la vez de ninguno;
vuelan
y sus alas
se
parecen a un estanque
de
aguas quietas.
Veletas,
algún
día las palomas
os
picotearán los ojos.
Regresaremos Agosto
1984
Algún
día,
cuando
el sol se escondas tras los montes,
volverán
las aguas a su cauce
y
los álamos vestirán nuestro horizonte.
Regresaremos
más
desnudos de equipaje,
con
la piel marcada por el tiempo
y
los ojos cubiertos de pasado.
Regresaremos
y
ya no seremos aquellos
que
un día perdieron el camino
para
encerrarse en un eterno adiós
sin
esperanza.
Algún
día,
cuando
el otoño cubra los campos de hojas,
regresaremos
para
reemprender de nuevo el camino.
En el mar Septiembre
1984
En
el mar,
en
el lejano y, por lejano,
oscuro
mar,
viven
las flores
olvidadas;
el
verso perdido
en
las olas de la mente
de
algún poeta
que
espera la luz
del
nuevo día.
En
el mar,
perdidas
entre la arena
y
el horizonte,
están
las palabras
que
nadie llegó
a
escuchar.
En
el mar…
en
el mar y en el cielo,
y
en cada camino
por
donde nuestros pies
vagabundean,
buscando
el eco
de
la esperanza.
¿A quién le estará
cantado? Septiembre
1984
Cuanto
canta, llora,
y
cuando llora,
¿a
quién le estará cantando?
Quizás
sea a la luna
que
lleva un puñal en el pecho
y,
herida de muerte,
sigue
su ruta en el cielo.
Quizás
sea al mar
que
lleva alegría en los ojos
y
esperanza en las entrañas.
Cuando
llora, canta,
y
cuando canta,
¿a
quién le estará llorando?
Sigo estando aquí Junio
1985
Aquí no hay álamos ni flores,
ni calles en
cuesta
donde
encontramos el cielo
sin levantar
la vista.
Aquí no hay
hierba, ni cerros,
ni un río en
el que los ojos
ven su
reflejo en el agua.
Aquí no hay
mar, ni arena,
ni olas que
cubran
el viento
frío de esperanza.
Aquí, sólo
estás tú y tus manos,
y las
palabras que me hacen olvidar
que sigo
estando aquí.
Anochece Julio
1985
Anochece
mientras el viento
traspasa
los límites del cuerpo.
Tras
él marchan los jinetes,
ebrios
de esperanza,
que
no hacen sino volver
al
punto de partida.
Te
veo y te oigo
aunque
nunca me escuchas:
mírame
y verás
cómo
aquel que un día
marchó
lejos de ti
ha
decidido que es a ti
a
quién pertenece,
que
es en ti donde anidan
sus
tardes y mañanas,
que
es en ti donde crece
la
hierba que buscan sus pasos.
El
olvido no se hizo paisaje perenne,
no
desangró cauces ni veredas,
árboles
ni pájaros,
porque
es en ti dónde están mis ojos
clavados
como espadas
en
lo más alto de los cerros,
ansiosos
por ver la mañana
en
que mis huellas sean parte
de
tu paisaje.
Ayer Julio
1985
Ayer
sólo es
una
palabra
que
revolotea
en
la mente,
juega,
se viste
de
mil colores,
viene
y va:
es
la nada.
Ayer:
luces
y
sombras
confundidas
en
el túnel
de
los días.
¿Quién
pasó?
¿Quién
queda?
Todo
es sombra
en
el recuerdo.
Dame
la mano
y
vámonos al mar,
allí
la vida
permanece
anclada
sobre
el agua
y
la arena.
Dame
la mano
y
vámonos
donde
los caminos
lleven
al horizonte.
La paz y la palabra Julio 1985
(Después de leer a Blas
de Otero)
Amó
profundamente
el
mar y el aire;
las
gaviotas fueron
sus
compañeras de viaje.
Amó,
como sólo los hombres
comprometidos
con su pueblo,
pueden
amar;
como
sólo quienes sienten
el
lamento ciego de la miseria,
pueden
amar;
como
los que sienten
en
sus propias manos
el
yugo de las cadenas,
pueden
amar.
Amó
profundamente
la
paz y la palabra:
la
paz fue un deseo
enterrado
en la arena;
la
palabra un lamento
ahogado
en el recuerdo.
Otro paisaje Agosto 1985
El
abrazo se hace inmune
a
otro paisaje.
Árbol.
Sol.
Estrellas.
¿Por
qué tanto corazón
en
el camino?
Solo,
soy una piedra esquiva,
deslumbrada,
que
camina sin rumbo
entre
garras afiladas.
¿Por
qué tanta luz
en
la memoria?
Soy
hijo del viento;
él
me arrastra
por
los caminos
de
la noche
hacia
un día
de
árboles y flores;
él
me arrastra
como
un huracán
hacia
ti.
Fardes Septiembre
1985
Fardes.
Agua
clara
para
un corazón de niño.
La
nieve siembra tu cauce
de
recuerdos cristalinos
que
se mecen entre el vaivén
de
los sauces.
Los
pájaros cantan
en
la orilla
la
vieja canción
de
la esperanza
que
vuela lejos:
allí
donde las montañas
sólo
son un sueño.
Fardes.
Amigo
de mis primeros pasos,
hermano
del mañana imaginado.
Cansancio Julio
1986
Al
momento acudo
donde
el grito ha sonado
pidiendo
ayuda;
penetro
hasta sus entrañas
hasta
convertirle
en
un eslabón más
de
mi esperanza;
tiendo
mi mano
y
escucho su voz
(palabra
vieja
sobre
la llama siempre viva)
De
regreso olvido
caminos
y árboles
hasta
encontrar el silencio
(fiel
compañero de tardes
y
mañanas).
En
el viento quedan las voces,
las
manos y los pies
desde
siempre cansados.
Empieza la noche… Julio 1986
Empieza
la noche
cada
mañana
con
un sombrío bostezo
de
indiferencia.
Recorre
silencios,
apartando
a cada paso
la
consciencia;
busca
un corazón abierto
y
sólo encuentra
la
luna mortecina.
Cada
instante
comienza
la noche
a
caminar
sobre
nuestros pasos;
busca
el aire
y
sólo encuentra
unas
alas rotas.
Quisiera escuchar Septiembre 1986
Cuando
abro los ojos
y
no veo nada,
cuando
nada escuchan
mis
oídos,
cuando
mis pies flotan
en
el aire,
quisiera
escuchar
tus
palabras:
las
que un día
abrieron
las puertas
y
cerraron el pasado,
las
que recrearon
el
paraíso en mi entorno,
las
que a fuerza de ser amigas
se
hicieron compañeras.
Demócrata sobrevenido Noviembre 1987
Cuando
empezó a soplar el aire fresco
sobre
las calles mugrientas del ayer,
¿dónde
estabas tú?
¿En
qué rincón del mundo te escondiste
cuando
los hombres empezaron
a
buscarle sentido a sus pasos,
cuando
los labios se abrieron
y
nació la palabra,
cuando
el miedo dejó de ser la barrera
que
impedía levantarse?
¿Dónde
estabas tú?
Ha
pasado el tiempo y hoy gritas,
clamas
al cielo por todo aquello
que
aún no ha llegado
cuando
no hiciste nada
para
que al menos pudiésemos
alzar
la voz y protestar.
Hoy
exiges respuestas inmediatas
a
tus preguntas,
pero
cuando no podíamos exigir,
cuando
sólo podíamos lanzarnos a la calle
en
busca del aire que tú no echabas de menos,
¿dónde
estabas?
¿En
qué rincón te estabas pudriendo?
Jamás
te vi en la calle a nuestro lado.
(Ante la próxima guerra
de EEUU Octubre 2001
contra Afganistán,
persiguiendo a Bin
Laden y Al Qaeda)
Baja el río
revuelto;
en la
montaña
se ha
desatado una tormenta
de sangre y
fuego.
Baja el río
revuelto;
en los
valles reina
el
desasosiego
y en el
corazón
de los
hombres
yace la
desesperanza
inerte,
sin aire que respirar.
Baja el río
revuelto,
¿en qué mar
desembocará?
Amanecer Junio 2002
Amanece
y abro de
nuevo la ventana.
El agua fría
borra el rastro
de la noche
en mi cara.
Me visto con
el atuendo
de los días
pasados
y, antes de
salir de casa,
pongo en
orden mis papeles.
Salgo a la
calle y busco
entre los
ojos de la gente
ojos que me
acompañen;
siento a
cada paso
la huella de
los ausentes
y busco con
la mirada
a
alguien que me indique
dónde queda
el horizonte.
… Amanece y
busco
la huella de
los ausentes…
Llega la
noche y regreso,
con las
manos vacías,
al punto de
partida.
Volar Junio
2002
Quisiera
dar la vuelta
a
mis pensamientos,
crear
frases inconexas
y
hacer de mi garganta un túnel
por
donde circulen
palabras
sin sentido.
Quisiera
ser de otro tiempo,
tener
el corazón deshabitado
y
en los ojos, una esperanza.
Quisiera
andar caminos,
desandar
caminos,
ser
pájaro y volar,
picoteando
las nubes,
estrellándome
en el suelo
y
seguir volando
malherido,
vencido,
resucitado,
al fin, vivo.
Quisiera
ser lo que no soy
y
tener lo que tengo
y
con todo ello, volar,
y
seguir volando…
Piedad Marzo 2003
(Luis García Montero publica un
poema
pidiendo ‘piedad’ a los tres países
-EEUU, Gran Bretaña y España-
que han declarado la guerra a Irak)
Amigo:
pides
piedad a los señores de la guerra.
Tú
los conoces bien
porque
pusieron cadenas
a
tus pies,
y
acallaron tus palabras.
Ellos
te robaron la libertad.
Son
los mismos de ayer.
Por
eso, tú y yo sabemos
que
no se puede pedir piedad
a
quien la hiel del corazón
le
anega el camino andado
y
por andar,
la
razón y el sentimiento.
Paz.
Guerra.
Vida.
Muerte.
Mi
buen amigo,
bien
sabes que a ellos,
los
de siempre,
les
importa muy poco nuestra vida:
¿por
qué les iba a importar algo
nuestra
muerte?
Olga Marzo
2003
(A Olga Rodríguez, corresponsal
de la Cadena Ser en Bagdad durante
la guerra del Trío de las Azores
contra Irak).
Antes
de la guerra
vi
los atardeceres de Bagdad
en
la voz de Olga.
Sus
palabras me embriagaron
con
el olor del jazmín en sus jardines;
conocí
a la gente, las personas,
paseando
por las calles y los mercados:
su
afabilidad, su tristeza disimulada.
Empezaron
a caer las bombas
y
allí seguía Olga para contarme
cómo
estaban destruyendo
poco
a poco la ciudad que ella hizo
que
sintiese un poco mía:
ella
me contaba cómo sobrevivían
entre
la barbarie nuestros nuevos amigos.
Gracias.
La
voz que daba vida a sus palabras
me
hicieron sentir, una vez más,
ciudadano
del mundo.
Dar marcha atrás al
tiempo Abril
2004
Dar
marcha atrás al tiempo
hasta
el instante anterior
en
el que la mirada
se
cruzó con la llama verde
de
los ojos que abrieron,
ya
para siempre,
el
viejo dilema
guerra-paz.
Silencio Septiembre
2011
Yo
fui un lamento
que
nació del silencio
y
se alimentó con los ojos
de
una mujer
que
miraban para otro lado.
Lloré
ante su puerta;
vagué
por el desierto
que
llevaba a ninguna parte
y
me perdí en el hastío
hasta
que llegó la luz
que
imaginé definitiva.
La tarde oscura Noviembre 2011
A
veces llega
la
tarde oscura
y
los paisajes
humanos
de ayer
se
convierten
en
desiertos
de
hormigón y acero,
en
veredas pobladas
de
árboles solitarios
de
cristal
que
se estrellan
contra
el viento.
A
veces, en casa,
cuando
llega
la
tarde oscura,
se
levanta un muro
de
silencio
que
ahoga el presente
y
el ayer
y
ciega la puerta
del
mañana.
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