lunes, 13 de junio de 2016

POESÍA. AUTOBIOGRAFÍA (1984 – 2011)







Veletas                                               Abril  1984

Veletas.
A golpes de viento se dejan llevar.
Izquierda, derecha, norte, sur.

Suben montañas, recorren valles
y siempre encuentran
un árbol donde esconderse
del día o de la noche.

Quizás mañana sople un viento calmo
que no consiga moverlas, y entonces,:
¿detrás de quién correrán?
¿A quién entregarán su mano?

Gritan y su voz
se viste de mil colores
y a la vez de ninguno;
vuelan y sus alas
se parecen a un estanque
de aguas quietas.

Veletas,
algún día las palomas
os picotearán los ojos.



Regresaremos                                               Agosto 1984

Algún día,
cuando el sol se escondas tras los montes,
volverán las aguas a su cauce
y los álamos vestirán nuestro horizonte.

Regresaremos
más desnudos de equipaje,
con la piel marcada por el tiempo
y los ojos cubiertos de pasado.

Regresaremos
y ya no seremos aquellos
que un día perdieron el camino
para encerrarse en un eterno adiós
sin esperanza.

Algún día,
cuando el otoño cubra los campos de hojas,
regresaremos
para reemprender de nuevo el camino.




En el mar                                          Septiembre 1984

En el mar,
en el lejano y, por lejano,
oscuro mar,
viven las flores
olvidadas;
el verso perdido
en las olas de la mente
de algún poeta
que espera la luz
del nuevo día.

En el mar,
perdidas entre la arena
y el horizonte,
están las palabras
que nadie llegó
a escuchar.

En el mar…
en el mar y en el cielo,
y en cada camino
por donde nuestros pies
vagabundean,
buscando el eco
de la esperanza.



¿A quién le estará cantado?                        Septiembre 1984

Cuanto canta, llora,
y cuando llora,
¿a quién le estará cantando?

Quizás sea a la luna
que lleva un puñal en el pecho
y, herida de muerte,
sigue su ruta en el cielo.

Quizás sea al mar
que lleva alegría en los ojos
y esperanza en las entrañas.

Cuando llora, canta,
y cuando canta,
¿a quién le estará llorando?



Sigo estando aquí                                         Junio 1985
           
Aquí  no hay álamos ni flores,
ni calles en cuesta
donde encontramos el cielo
sin levantar la vista.
 
Aquí no hay hierba, ni cerros,
ni un río en el que los ojos
ven su reflejo en el agua.
 
Aquí no hay mar, ni arena,
ni olas que cubran
el viento frío de esperanza.
 
Aquí, sólo estás tú y tus manos,
y las palabras que me hacen olvidar
que sigo estando aquí.




Anochece                                                      Julio 1985

Anochece mientras el viento
traspasa los límites del cuerpo.
Tras él marchan los jinetes,
ebrios de esperanza,
que no hacen sino volver
al punto de partida.
Te veo y te oigo
aunque nunca me escuchas:
mírame y verás
cómo aquel que un día
marchó lejos de ti
ha decidido que es a ti
a quién pertenece,
que es en ti donde anidan
sus tardes y mañanas,
que es en ti donde crece
la hierba que buscan sus pasos.
El olvido no se hizo paisaje perenne,
no desangró cauces ni veredas,
árboles ni pájaros,
porque es en ti dónde están mis ojos
clavados como espadas
en lo más alto de los cerros,
ansiosos por ver la mañana
en que mis huellas sean parte
de tu paisaje.



Ayer                                                              Julio 1985

Ayer sólo es
una palabra
que revolotea
en la mente,
juega, se viste
de mil colores,
viene y va:
es la nada.

Ayer: luces
y sombras
confundidas
en el túnel
de los días.

¿Quién pasó?
¿Quién queda?
Todo es sombra
en el recuerdo.

Dame la mano
y vámonos al mar,
allí la vida
permanece anclada
sobre el agua
y la arena.

Dame la mano
y vámonos
donde los caminos
lleven al horizonte.




La paz y la palabra                          Julio 1985

(Después de leer a Blas de Otero)                          

Amó profundamente
el mar y el aire;
las gaviotas fueron
sus compañeras de viaje.

Amó, como sólo los hombres
comprometidos con su pueblo,
pueden amar;
como sólo quienes sienten
el lamento ciego de la miseria,
pueden amar;
como los que sienten
en sus propias manos
el yugo de las cadenas,
pueden amar.

Amó profundamente
la paz y la palabra:
la paz fue un deseo
enterrado en la arena;
la palabra un lamento
ahogado en el recuerdo.



Otro paisaje                          Agosto  1985
                       
El abrazo se hace inmune
a otro paisaje.
Árbol.
Sol.
Estrellas.

¿Por qué tanto corazón
en el camino?

Solo, soy una piedra esquiva,
deslumbrada,
que camina sin rumbo
entre garras afiladas.

¿Por qué tanta luz
en la memoria?

Soy hijo del viento;
él me arrastra
por los caminos
de la noche
hacia un día
de árboles y flores;
él me arrastra
como un huracán
hacia ti.


Fardes                                               Septiembre 1985
                       
Fardes.
Agua clara
para un corazón de niño.

La nieve siembra tu cauce
de recuerdos cristalinos
que se mecen entre el vaivén
de los sauces.

Los pájaros cantan
en la orilla
la vieja canción
de la esperanza
que vuela lejos:
allí donde las montañas
sólo son un sueño.

Fardes.
Amigo de mis primeros pasos,
hermano del mañana imaginado.



Cansancio                                         Julio 1986

Al momento acudo
donde el grito ha sonado
pidiendo ayuda;
penetro hasta sus entrañas
hasta convertirle
en un eslabón más
de mi esperanza;
tiendo mi mano
y escucho su voz

(palabra vieja
sobre la llama siempre viva)

De regreso olvido
caminos y árboles
hasta encontrar el silencio

(fiel compañero de tardes
y mañanas).

En el viento quedan las voces,
las manos y los pies
desde siempre cansados.



Empieza la noche…                         Julio 1986
           
Empieza la noche
cada mañana
con un sombrío bostezo
de indiferencia.

Recorre silencios,
apartando a cada paso
la consciencia;
busca un corazón abierto
y sólo encuentra
la luna mortecina.

Cada instante
comienza la noche
a caminar
sobre nuestros pasos;
busca el aire
y sólo encuentra
unas alas rotas.


Quisiera escuchar                             Septiembre 1986
           
Cuando abro los ojos
y no veo nada,
cuando nada escuchan
mis oídos,
cuando mis pies flotan
en el aire,
quisiera escuchar
tus palabras:
las que un día
abrieron las puertas
y cerraron el pasado,
las que recrearon
el paraíso en mi entorno,
las que a fuerza de ser amigas
se hicieron compañeras.



Demócrata sobrevenido                   Noviembre 1987
           
Cuando empezó a soplar el aire fresco
sobre las calles mugrientas del ayer,
¿dónde estabas tú? 
¿En qué rincón del mundo te escondiste
cuando los hombres empezaron
a buscarle sentido a sus pasos,
cuando los labios se abrieron
y nació la palabra,
cuando el miedo dejó de ser la barrera
que impedía levantarse?
¿Dónde estabas tú?

Ha pasado el tiempo y hoy gritas,
clamas al cielo por todo aquello
que aún no ha llegado
cuando no hiciste nada
para que al menos pudiésemos
alzar la voz y protestar.

Hoy exiges respuestas inmediatas
a tus preguntas,
pero cuando no podíamos exigir,
cuando sólo podíamos lanzarnos a la calle
en busca del aire que tú no echabas de menos,
¿dónde estabas?
¿En qué rincón te estabas pudriendo?

Jamás te vi en la calle a nuestro lado.



(Ante la próxima guerra de EEUU            Octubre 2001
contra Afganistán,
persiguiendo a Bin Laden y Al Qaeda)                


Baja el río revuelto;
en la montaña
se ha desatado una tormenta
de sangre y fuego.
 
Baja el río revuelto;
en los valles reina
el desasosiego
y en el corazón
de los hombres
yace la desesperanza
inerte,  sin aire que respirar.
 
Baja el río revuelto,
¿en qué mar desembocará?
 


Amanecer                                         Junio 2002
           
Amanece
y abro de nuevo la ventana.
El agua fría borra el rastro
de la noche en mi cara.
Me visto con el atuendo
de los días pasados
y, antes de salir de casa,
pongo en orden mis papeles.
Salgo a la calle y busco
entre los ojos de la gente
ojos que me acompañen;
siento a cada paso
la huella de los ausentes
y busco con la mirada
a alguien  que me indique 
dónde queda el horizonte.
 
… Amanece y busco  
la huella de los ausentes…
 
Llega la noche y  regreso,
con las manos vacías,
al punto de partida.




Volar                                                             Junio 2002

Quisiera dar la vuelta
a mis pensamientos,
crear frases inconexas
y hacer de mi garganta un túnel
por donde circulen
palabras sin sentido.

Quisiera ser de otro tiempo,
tener el corazón deshabitado
y en los ojos, una esperanza.

Quisiera andar caminos,
desandar caminos,
ser pájaro y volar,
picoteando las nubes,
estrellándome en el suelo
y seguir volando
malherido, vencido,
resucitado, al fin, vivo.

Quisiera ser lo que no soy
y tener lo que tengo
y con todo ello, volar,
y seguir volando…





Piedad                                                Marzo 2003

(Luis García Montero publica un poema
pidiendo ‘piedad’ a los tres países
-EEUU, Gran Bretaña y España-
que han declarado la guerra a Irak)                     

Amigo:
pides piedad a los señores de la guerra.
Tú los conoces bien
porque pusieron cadenas
a tus pies,
y acallaron tus palabras.
Ellos te robaron la libertad.

Son los mismos de ayer.

Por eso, tú y yo sabemos
que no se puede pedir piedad
a quien la hiel del corazón
le anega el camino andado
y por andar,
la razón y el sentimiento.

Paz. Guerra.
Vida. Muerte.

Mi buen amigo,
bien sabes que a ellos,
los de siempre,
les importa muy poco nuestra vida:
¿por qué les iba a importar algo
nuestra muerte?





Olga                                                   Marzo 2003

(A Olga Rodríguez, corresponsal
de la Cadena Ser en Bagdad durante
la guerra del Trío de las Azores contra Irak).

Antes de la guerra
vi los atardeceres de Bagdad
en la voz de Olga.
Sus palabras me embriagaron
con el olor del jazmín en sus jardines;
conocí a la gente, las personas,
paseando por las calles y los mercados:
su afabilidad, su tristeza disimulada.
Empezaron a caer las bombas
y allí seguía Olga para contarme
cómo estaban destruyendo
poco a poco la ciudad que ella hizo
que sintiese un poco mía:
ella me contaba cómo sobrevivían
entre la barbarie nuestros nuevos amigos.

Gracias.
La voz que daba vida a sus palabras
me hicieron sentir, una vez más,
ciudadano del mundo.



Dar marcha atrás al tiempo                        Abril 2004
           
Dar marcha atrás al tiempo
hasta el instante anterior
en el que la mirada 
se cruzó con la llama verde
de los ojos que abrieron,
ya para siempre,
el viejo dilema
guerra-paz.





Silencio                                              Septiembre 2011

Yo fui un lamento
que nació del silencio
y se alimentó con los ojos
de una mujer
que miraban para otro lado.

Lloré ante su puerta;
vagué por el desierto
que llevaba a ninguna parte
y me perdí en el hastío
hasta que llegó la luz
que imaginé definitiva.




La tarde oscura                                Noviembre 2011

A veces llega
la tarde oscura
y los paisajes
humanos de ayer
se convierten
en desiertos
de hormigón y acero,
en veredas pobladas
de árboles solitarios
de cristal
que se estrellan
contra el viento.

A veces, en casa,
cuando llega
la tarde oscura,
se levanta un muro
de silencio
que ahoga el presente
y el ayer
y ciega la puerta
del mañana.

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