viernes, 25 de mayo de 2018

UN PASEO POR LOS DÍAS




EXILIOS (2014)

 ("El extranjero no es un lugar,
   sino un estado de ánimo."
   Antonio Orejudo)


Nosotros, hijos de la tierra
en un tiempo maldito
dominado por las sombras,
fuimos víctimas inocentes
de ese tiempo indecente
en el que despóticamente
reinaron  el robo y la usura.
Nos robaron el paisaje
de nuestra vida de árboles,
cerros y casas blancas,
por haber cometido
el único delito de ser pobres.
Y una vez despojados,
los trenes de la noche
nos llevaran más allá
de las fronteras del alma,
al otro lado de los cerros,
donde el niño inocente creía
que no existía nada,
sólo el trágico abismo
del miedo que los mayores
tenían dibujado en los ojos.

Nosotros, hijos de la tierra,
'como los hijos de la mar’
partimos con el único  equipaje
de la esperanza en el regreso.
Y llegamos a un lugar,
al otro lado de los cerros,
en el que no había tranco
donde seguir construyendo
el mundo de juegos infantiles;
desde el que mirar cada noche
los cielos estrellados
que siempre nos acompañaron,
donde las voces que sonaban
ya no tenían el suave acento del sur.
Así, fuimos extranjeros
en los vastos territorios
que existen más allá del alma,
en los que siguió reinando,
como un rey destronado,
nuestro añorado paraíso perdido.







LA ROCA

Como la roca, amor,
permanecemos,
bajo el manto azul
del cielo, a la intemperie:
el sol sembrando
de luz las sombras,
la lluvia golpeando
en las entrañas
y así, amor,
nos guarecemos,
en un abrazo
que aún no ha roto
ningún viento.
Después de las flores,
del trigo y la cebada,
llegó el invierno
y se hizo la nieve,
también la tormenta
que golpea las entrañas
para advertirnos
que ya somos mayores
porque la memoria
se ha poblado de sombras
con nombres y apellidos.
Como las rocas, amor,
y las piedras del camino,
sabes bien que cada verso
es un jalón en esta
ya extensa biografía,
una muesca en el corazón
para recordar días de gloria
y borrar lágrimas fugaces.
Cada verso, amor,
cual ejército de hojas
danzarinas del camino,
es una epopeya sobre el mar
por el que navegamos
hasta estos días en los que,
como nuestra vieja roca,
permanecemos, amor,
permanecemos,
indemnes aún
a los zarpazos del tiempo.





A PASO LENTO


Nos iremos a paso lento
para llegar más lejos.

Despacio, sorbo a sorbo,
degustaremos el vino dulce
e intentaremos que el amargo
desaparezca del vaso
de un solo trago…






UNA CARTA


Si alguna vez ella
se convierte en sueño,
en recuerdo durmiendo
en el limbo del pasado,
en palabra de amor escrita
sobre un papel mojado,
querría decirle que, ese día,
le escribiré una carta
tan breve como todas
las despedidas,
y que no esperaré respuesta.

Y en ella recordaré,
para que conste
en el diario de los tiempos,
que a su lado
los días  fueron suaves
y las noches tibias,
y que  el frío o el calor
se hicieron abrazo fraternal
en el camino que cubrimos
con nuestros pasos.





DÍAS DE LLUVIA
           

Ahogan las palabras
que nunca nacieron.

En el viejo cuaderno
nombres y adioses,
esperanza y hastío,
y soledad, mucha soledad
cubriendo los días
como las nubes el cielo
antes de la lluvia.

Repaso el recuerdo
y llovía,
siempre llovía,
un tibia lluvia
que empapaba
las calles y oscurecía
la mirada.





VOLVERÉ      
       

Luz de estío. Silencio.

Soledad en las calles
y en la vieja casa silencio
ante la pregunta sin respuesta.

Miran las altas alamedas
desde su tejado de hojas
y los cerros, a su espalda,
vigilan como guardianes
a los que el pasado confió
la custodia de las huellas
que el tiempo ya borró:

no cobijan sueños de antaño
porque el vientre y la semilla
sólo son testigos de ausencias.

Invierno.
Nieve sobre las hojas del otoño
que ya nadie pisará;
recuerdo del agua y la acacia
como una sombra que se mece
en los brazos del ayer.

La puerta cerrada,
la ventana abierta
como ojos en la noche,
y una vez más el silencio
que todo lo envuelve
desde siempre, para siempre.

(Yo volveré,
una vez más, volveré,
aunque ya no sepa para qué
ni a quién iré a buscar,
pero volveré.)




HOMBRE ANTE SU PASADO


¿Por qué huí de las aguas
turbulentas
para nadar en las más tranquilas
de los lagos?
¿Por qué abandoné aquel tren
para tomar aquel otro?
¿Por qué busqué tierra firme
y no me adentré en el mar?
¿Por qué preferí caminar a volar?
¿Por qué no besé aquellos labios
y me tendí en estos brazos?
¿Por qué me fui de allí?
¿Por qué llegué aquí?
¿Por qué hui de la guerra
y busqué la paz?

¿Por qué?
Toda la vida buscando respuestas.






ELLA ES ASÍ…


Ella es así, y así la quiero:
observa las reglas
y difícilmente cruzaría
con el semáforo en rojo…

Pero nunca calla.

Jamás la palabra necesaria
se le pudrió en la garganta.





PAZ


En plena batalla,
el otrora enemigo,
me  convenció para izar
la bandera blanca
de la paz…

(Nunca le estaré
lo suficientemente
agradecido.)






INCOMPRENSIÓN


Demasiado tiempo anduve callado
y cuando hablé, las palabras sonaron
como gritos irreconocibles.
En el trayecto comprobé que la vida
no es más que una eterna lucha
para dejar de ser un lobo solitario.
Yo fui lluvia perpetua,
nieve de enero todos los eneros,
y ahora, instalado el otoño en la memoria
o tal vez en las penumbras del olvido,
me he acostumbrado a las ausencias,
ausente yo mismo del fértil árbol
de la primavera.
A veces exhibo el rostro
de hombre duro, inexpugnable:
la mirada grave, el gesto tenso,
la voz que nace del fondo de la tierra
y que, en ocasiones, hace retroceder
a quién la escucha.
Y nadie es capaz de imaginar
que tras esa máscara se esconde
un hombre que a veces llora
cuando  mira en la noche a las estrellas
y no encuentra respuestas.
Hace tiempo decidí poner
al mal tiempo buena cara y sonreír,
aunque por dentro me estuviese desangrando,
para que no sangrasen los que amo.
Ahora, miro los lamentos
y no encuentro la razón de su existencia,
igual que no creo merecer
la crueldad de la ignorancia,
porque sufrí en mis carnes sus heridas
y nunca abandoné a nadie
en un rincón de cualquier camino:
me acompañaron como una sombra
que soporté a fuerza de incomprensiones.
Pero al primer revés todo se olvida
y hay que volver a empezar,
y cuando hay que volver a empezar
la vida que comienza ya es otra.




FEDERICO NO HA MUERTO


Si la noche hubiese sido infinita
y no hubiese amanecido el día.

Si se hubiese detenido el tiempo
para que olivos y barrancos
no vieran llegar la hora
del estruendo de las balas.

Si se hubiese desatado una tormenta
de sentido común, que hubiese
hecho de aquel dieciocho de agosto
un día más y no el marcado
en el calendario como día de la ignominia,
en el que intentaron borrar
las huellas de su paso por la tierra…

Nada de eso pasó.

Llegó el alba. Durante la noche
los esbirros de la muerte
habían desangrado a la luna
para hacer de ese día
efeméride en la que recordar
eternamente
al hombre bueno asesinado,
al que convirtieron en bandera
de todos los buenos hombres
que caerían en una guerra,
de ricos contra pobres
que sólo consiguió sembrar
los caminos de cadáveres.





UN HOMBRE PEGADO A SU TIERRA


(A mi amigo Pepe Raya)

Vivir pegado a su tierra
le hace sentir el pulso
de los hombres que la habitan.

Cobijado en la sombra
o expuesto al sol
-aun a riesgo de quemarse-,
es un manantial de agua
que riega la tierra baldía
y un surco hambriento
que acoge la semilla.

Vivir pegado a su tierra
le hace ser hombre
entre los hombres,
cómplice de miradas
y de manos abiertas
que buscan la palabra
entre las palabras.

Vivir pegado a su tierra
ha hecho crecer en él
un corazón de arcilla
con múltiples arterias,
por las que  fluye en aluvión  
un río de ojos
que siempre, siempre,
le encuentran.






ANITA

En un tiempo oscuro
ella era luz,
flor que adornaba
la mirada del niño.
Su cuerpo
vestía ojos oscuros,
pelo azabache
y tibia figura;
su nombre sonaba
con voz candorosa.
Así vivió para siempre
en la memoria del niño.
Hoy la recuerdo
en los días claros
de sol y arcilla,
y en las tardes tibias
de calles de barro;
en las frías noches
al calor de la lumbre
en la mesa camilla,
esperando la hora
de subir la escalera
y buscar el sueño.
Hoy la recuerdo, sencilla,
los días de fiesta
brillando con más luz
que las estrellas.
Pero hoy conserva
intacto el orgullo, hoy,
cuando el orgullo
no es más
que una pesada carga
que de nada sirve
para construir presentes
ni futuros.
Alguna vez soñó
ser princesa de cuento,
pero la realidad,
compañera cruel,
le rompió el sueño
y desde entonces
vive encerrada
en un mundo hostil
dentro de su reino
de princesa destronada.






ASÍ SOY


Así soy, como veis.
Nada hay detrás de las cortinas.
Quien me aprecia me alaba
o me critica,
o hipócritamente calla;
quien no, pasa de largo.

Suelo caminar de puntillas
para no hacer ruido
y no tentar en exceso
al hado que lleva a la deriva
a este mísero mundo,
y no miro al pasado
aunque espero al futuro
en la esquina de cualquier calle,
pero ya no salgo en su busca.

Una mujer camina a mi lado,
dos hijos alumbran mis días
y, juntos, avanzamos erguidos
sobre un camino similar
a todos los caminos:
espinas o rosas, llantos o risas,
aunque hay soledades
que no se llenan
con ninguna compañía.

Miro a la gente
de uno en uno y a la cara;
si coincido con alguien, me reafirmo,
su discrepancia me enriquece
y siempre cuestiono mis certezas:
así se fortalecen o mueren,
aunque como mortal que soy
doy una de cal y otra de arena
y en absoluto me interesa
quien ya no tiene nada que decirme.

Un puñado de versos me acompaña
para secar una lágrima,
avivar una pasión o, quizás,
para dar vida a un sueño.
Y porque me fue dado
el don de la palabra, hablo y escribo,
incluso, si es preciso, grito
para que las palabras
no formen un nudo de silencio
en la garganta y me ahoguen...

A fuerza de naufragar
cerca de la playa, me convertí
en roca maltratada por las olas;
aún así cabalgo sobre el tiempo,
el paso firme e instalado
sobre el proyecto de hombre
que alguna vez intenté ser.

Y sí volviera atrás declaro
que trataría de equivocarme
tantas veces como lo hice en el pasado
para llegar hasta este punto
en el que sólo soy como soy,
sin remedio y sin la menor importancia
porque igual que así
podría ser de cualquier otra manera.






OTRO OCTUBRE


… Amaneceres
atardeceres
un rostro de mujer
un árbol perdido
la soledad
lluvia tras los cristales
la sonrisa abierta
la luz de los días
la oscuridad
una estrella en la noche
tus palabras
la palabra
un libro abierto…
El silencio.






HOMBRE QUE MIRA A SU PASADO


Cuando has pisado la tierra desnuda
de la que procede el barro originario,
la que esconde las huellas  de las bestias
que no contemplaron  vida humana,
y cuyos restos arrancamos a sus entrañas
para tratar de escribir hoy la historia
de los tiempos sin historia.

Cuando has mirado desde las alturas
a un horizonte de cerros desnudos,
cincelados por la mano del agua y del viento,
y de montañas a cuyos pies se expande  la llanura
por donde discurre el río que baja de la nieve
para dar vida a un vergel en medio de la nada.

Cuando, al atardecer, contemplas al sol
esconderse tras la línea de un cielo de ensueño,
como dibujada en la memoria de los tiempos,
reniegas del asfalto presente y sus colmenas,
y de los hombres que, una vez,
en los oscuros días del pasado
y en aquel país anegado de miseria,
me arrancaron el primer paisaje de los ojos,
aunque nunca consiguieron que hicieran sangre en mí
las insaciables garras del olvido.

Me robaron el cielo y sus confines
y me hicieron un hombre que mira a su pasado,
aunque hoy, cerradas las heridas, siento
que  habría sido el ciudadano del mundo que soy
desde cualquier rincón de la tierra.





MIL VERSOS LLAMAN A SU PUERTA


Mil versos llaman a la puerta;
como una amable aureola
un vendaval de palabras
pacientemente espera
la hora de romper el silencio.

En el interior ella despierta del sueño
desde cualquier rincón de la memoria
y frente al espejo entorna los ojos,
se alisa el pelo, mientras vaga
por los recovecos del ayer,
por las noches vacías
y los pasos perdidos
en los laberintos de la penumbra.

Al otro lado, él lamenta
la tristeza de los días
porque  ella no está a su lado,
por vivir preso en las oscuras
y eternas mazmorras de la soledad.

Aún así sus ojos brillan
y siempre vuelve,
con sus versos cargados de deseos,
a llamar a esa puerta
porque los lugares que amas
nunca, nunca se olvidan.






EL CURA DE FONELAS 
                                                    (que se fue de ‘escudo humano’ a una guerra lejana, que no ajena)

Un día me contaron su historia
mientras mirábamos huellas
del pasado sobre un escenario
recreado por hombres de hoy.
Él quizás no la recuerde porque
la reiteración de actos heroicos
los hace comunes en la percepción
de los hombres buenos, a pesar
de no ser igual a ninguna
de las historias comunes conocidas.

Impartía su magisterio en este mundo
que debía consistir en enseñar
a los hombres el camino de la fe,
aunque él introdujo la variante
de hacerlo desde el corazón del hombre
al corazón del hombre, no al siervo.
Vivió apegado a un recóndito rincón de la tierra
desde el que nada humano le era ajeno,
donde cada día el dolor y la miseria
se presentaban ante su mesa
y suplicaban una porción de justicia.
Y él, desangrándose, tomaba nota.

Llegó el lejano estruendo de las bombas
y se alistó en el ejército de la esperanza
para ser uno más en el bastión
que frenase la injusticia de la guerra
y al ejército de sus próceres bastardos.
Y marchó a aquella guerra ajena para todos
pero no para quienes son género humano
en toda la extensión de la palabra,
para servir de escudo a los que nada tienen,
a aquellos que nacieron ya desposeídos
del derecho a una vida digna.

No paró la guerra aunque eran muchos
porque los verdugos siempre son más poderosos,
y de ello algunos coligen que de nada sirvió el gesto:
¡Pobres hipócritas que no valoran
el lugar principal que se ganó en el pedestal
del corazón de los hombres de bien!





ECOS DE AYER


Intenté borrar el dolor
de las calles del ayer
para poder pasear por ellas
plácidamente y recorrer
rincones del pasado:
seguir el rastro del manantial,
de la plácida mairena,
y de la vieja alameda,
de los cerros
y sus cuevas horadadas
en lugares imposibles
y volver a preguntar,
inocentemente:
¿quienes las hicieron?,
para volver a escuchar
la respuesta de siempre:
“los moros”,
porque cualquier cosa
no explicable
desde la memoria
de los hombres
fue obra de los moros,
incluso las ánforas
que volvían a la luz
sobre los dientes del arado.

Caminar por las calles,
sobre la arcilla sepultada
por el asfalto de hoy,
es comprobar que viven
los ecos de las voces,
el fulgor de las miradas,
las huellas de pies
que  caminaron junto a los míos.

Y juegan en las eras
los niños de ayer
que crecieron a mi lado
y que formaron un puente
desde la infancia hasta el exilio,
desde la tierra hasta el abismo,
desde la luz hasta el deseo:

Paco Claudio Pepe Rogelio
Catín Antonio Jesús Cato León Julián
Melín Eduardo Modesto Ortega
Manolo Reyes…

y todos aquellos nombres propios
que ahora se evaden
del recuerdo traicionero
pero que viven, con vida propia,
en un rincón de la memoria.






EL REGRESO…


Ya me fui
y sin embargo
queda
la leve sombra
de mis pasos
en el aire
esperando
el regreso;  
y queda
la calle vacía
y el recuerdo
a la intemperie
de quién se fue
mucho antes
y más lejos,
donde no existe
el agua,
donde el aire
no es necesario…






ANIVERSARIO


El hombre que fui
salió una mañana
y llegó a un lugar
donde vivía el silencio,
la duda y la esperanza,
donde la palabra
se vestía de preguntas
sin apenas respuestas.

Después de una eternidad
regresé:
la vida seguía su curso,
salía el sol
y venían los días,
y cuando se escondía
en el horizonte
la noche caminaba,
aunque las nubes
habían fulminado
a las estrellas.

El universo seguía
su marcha ritual,
aunque ya era otro
el cuerpo
que habitaba en mí.

 



SEGUIMOS ESTANDO VIVOS

Porque soy todas las palabras
y el silencio
miraré a tus ojos,
claros como el  amanecer,
para que sientas cómo la palabra,
incluso el silencio,
penetra en tus sentidos
buscando tu regazo.

Para que no quepan dudas
en el aire que nos cubre,
te abrazaré  sin guardarme
un ápice de la fuerza
que resida en mi cuerpo...

Y no cruzaré calle alguna sin ti;  
te tomaré de la mano
y asaltaremos los castillos
del amanecer
entrelazados en un beso
que hará olvidar los sonidos
perdidos de la noche,
aquellos que lentamente
se extinguían
mientras llegaba el sueño
después de la batalla.

Y en el manantial de la tarde
escucharemos  el sonido
de las piedras golpeando
contra los guijarros
y sentiremos las gotas de agua
salpicar en nuestra cara.

Y al sentir el agua en el rostro,
y en el confluir de nuestras  miradas
comprobaremos, una vez más,
que seguimos estando vivos.






LA BELLEZA (2013)


                                                                             (Inspirada en una belleza de mirada cálida y sonrisa                                                                                   turbadora que me dio aliento después de la batalla)


Miraremos el mundo que nos rodea
y embriagaremos los ojos
con las múltiples formas de la belleza.

Nos postraremos de rodillas
y oraremos como creyentes
ante el altar de sus dioses.

Amaremos la naturaleza
y le daremos gracias
por todo lo que ha puesto en el camino
para disfrute de nuestros sentidos.

La belleza rodea nuestras cabezas
como una corona de laureles,
y si somos capaces de emocionarnos
ante su presencia,
más que saber que estamos vivos,
habremos ganado el paraíso en la tierra
porque reconcilia
al género humano con el mundo.






LA BATALLA


8 de noviembre. 3 de diciembre.
En principio no percibí como tal
lo que era un duro golpe.
Un torrente de realismo
me invadió y no vacilé.
‘Iré a la lucha con todo el valor
del que disponga’, me dije,
sin pensar en los zarpazos
del enemigo.
Las lágrimas vendrían después
pero no las provocaría el miedo
sino la fama feroz que traía consigo
el ejército que me amenazaba.
Y, sí, llegaron, más por el llanto ajeno
que por el dolor propio.
¿Qué podría pasar?
Si tenía que llegar el final,
tendría que estar agradecido a la vida
porque había sido generosa conmigo.
Llegó el día señalado para la batalla
y todo fue luz antes de la oscuridad.
Palabras y palabras,
dulces palabras me hablaron
antes del silencio absoluto.
Después de la nada,
el cuerpo malherido
tendido boca arriba,
somnoliento, en un rincón
de una inmensa sala solitaria
dónde se había detenido el tiempo.
Había acabado todo,
¿o acababa de empezar?
De regreso del campo de batalla
salió el sol, me reencontré con el otoño y,
abrazados, seguimos el camino.





CATACLISMOS


En la vida de las personas
se producen cataclismos
que recolocan
los elementos que la conforman.

Se altera el lugar
que ocupan las cosas,
la intensidad
de los sentimientos,
el afecto hacia quienes
te rodean
y que, tras el vaivén,
unos te ahogan
y otros te sirven de acomodo
para la esperanza.







LUZ BLANCA


Cuando caí en el pozo blanco de aquella luz,
el último pensamiento fue para mi cuerpo,
que ya estaba en manos de la ciencia
(¿o era la técnica?)
y sobre el que hacía comentarios banales
una enfermera.

Entonces pensé que poco a poco
nuestro cuerpo camina hasta convertirse
en el cadáver que será,
y en los diferentes estadios de la razón
aparecemos maquillados con colores ocres,
más claros, más oscuros, hasta llegar
al pálido color del mármol que nos absorberá
hasta convertirnos en nada.

Aquella blanca luz me engulló
hasta hacer de mí lo que ahora queda.






MITOS


En un instante la vida te deshace los mitos
que crecieron contigo desde la infancia:
familia, amigos, muerte,
la invulnerabilidad del cuerpo propio.

Todo se viene abajo de golpe y descubres
que eres uno más entre los mortales,
que no hay privilegios,
que el sol alumbra a todos
y que todos somos objetivo de los rayos
y de la lluvia cuando se desata la tormenta.

Mientras tanto, vives pensando
que todo permanece invariable,
que la muerte le llega a los demás
y que tú eres inmune a la enfermedad…






ELLA ME PREGUNTÓ SI ERA FELIZ


Mi enfermera, después de repasar
los valores de la última analítica,
me preguntó si era feliz.

“Razonablemente feliz”, le contesté.

“Desde siempre me acostumbré
a abrazar con mesura
las migajas que la felicidad brinda
porque sólo los estúpidos
son felices a tiempo completo.
Es felicidad cada paseo por las veredas
bajo la sombra de los árboles,
con la brisa de la tarde o de la mañana
soplando en la cara,
alejando los malos instintos;
cada mirada, cada mano que a ti acude
en busca de cobijo y tu mano tendida;
los pasos del amigo a tu lado
y su voz de ánimo
en los momentos de desdicha;
el amor, saber que no estás solo…

Pero la vida también es dolor.
¿Podemos hablar de felicidad
cuando la puerta de tu casa
ha sido arañada por las garras
de la muerte que acechaba?
La vida también es dolor
y saber sobrellevarlo hasta vencerlo
forman parte de eso que llamamos felicidad”.

Ella, que atentamente escuchaba
mi larga perorata,
me dijo que compartía esa opinión
y que procedía a tramitar mi alta médica.




ANNA


                            (Recordando a Anna Ajmátova,
        poeta rusa perseguida por Stalin)



Imaginé mundos ideales
en el tiempo de la ignorancia.
Me tapé los ojos
y cerré los oídos.
No quise hacer caso  a las voces
que me advertían de mi error
porque tampoco eran muy de fiar.
El tiempo y la salida progresiva
de ese túnel que nunca se abandona
definitivamente,
han hecho que vea la luz
y todo el horror y el sufrimiento
que muchos padecieron
en nombre de una revolución que,
como todo acto violento,
al final acaba volviendo los cañones
hacia las personas  que en origen
defendieron los altos valores
que la impulsaron.






SIEMPRE ES INVIERNO


Cuando miro atrás
siempre es invierno
y la nieve cubre las calles
mientras en las casas arde
el último trozo de leña.

Cuando miro atrás
en la estación siempre aguarda
un tren esperando la orden de partir,
mientras los andenes son testigos
de lágrimas de los que quedan
incubando la enfermedad
de la ausencia.

Cuando miro atrás
la calle nevada es una garganta
por la que grita la mairena
hasta hacer enmudecer
las raíces de la acacia
de nuestros sueños infantiles.

Cuando miro atrás
mi casa blanca ha perdido
su primer color hasta convertirse
en un lamento oscuro
hecho de sombras y olvido,
de ausencias.





IMÁGENES


La imagen se repite en el recuerdo:
un rincón de la casa luminosa,
una silla de enea y la abuela,
como un espectro junto al fuego,
embutida en su vestido
desde siempre negro;
su toca cubriendo el pelo
desde siempre blanco,
lamentando la ausencia
del hombre, del patriarca,
a quienes todos veneraron
hasta la tumba.

Por los pasillos deambulan
los fantasmas,
los ecos, las sombras,
el invierno perpetuo
y las flores marchitas.







GUERRILLEROS DE LA SOLEDAD


Hay auténticos guerrilleros
de la soledad que, con uñas y dientes,
defienden su intrínseco valor,
y a la que consideran
paradigma de la libertad.

Sin miedo a equivocarme diría
que son amantes de la soledad
porque nunca conocieron
la buena compañía,
porque el mundo que conocen
–tomado como algo abstracto-
es su fiel compañero,
pero no está compuesto
por seres individuales
que le tiendan la mano,
le miren a los ojos
y caminen a su lado…







APUNTES PARA UNA AUTOBIOGRAFÍA 


Era joven, demasiado joven,
para sentirme derrotado,
por ello, tras sumergirme en la realidad
y casi perecer ahogado,
decidí salir a la superficie
y respirar tan profundamente
como soportaran mis pulmones.

Los libros y mis mayores
fueron mi único refugio y me enseñaron
que en el corazón de los hombres
anidan y crecen buenos sentimientos,
siempre que no se mezclen con ellos
el dinero o el poder.
(¿O van ambos de la mano?)

Fue entonces cuando empecé
a sentirme un extraño y a pensar
que mi reino, cual embaucador de masas,
no era de este mundo,
aunque yo deseché desde el principio
la posibilidad del suicidio.






SI MAÑANA REVOCO EL PACTO


Si mañana revoco el pacto
que hace tiempo alcancé
con mi conciencia,
que consistía en caminar
despacio y con la cabeza alta,
para permitirle a ella
descansar tranquila;
en buscar siempre caminos
de horizontes claros
en lugar de otros en los que solo
se percibiesen sombras.

Si mañana me canso
y dejo de obedecer al sentido común
que, mal que bien, creo,
me ha acompañado hasta aquí,
tendré como excusa los años
y las malas experiencias que me llevaron
al desengaño ante el mundo
y las gentes que lo habitan.

Y ese día, sin duda alguna,
habré empezado a estar muerto.






DESDE LA ATALAYA


Desde esta atalaya
curtida por los años,
puedo decir que siento afecto,
-para qué negarlo -
por el género humano
tomado como un todo
abstracto.

En la calle,
cada persona,
tomada de una en una,
debe ganarse mi afecto
individualmente.

(Algo parecido les sucederá
a ellos conmigo).






VOLVER A LA JUVENTUD


Quisiera ser joven otra vez
para no correr el riesgo de equivocarme,
para volver a tener siempre razón
y jamás  prestar atención
a los que sin razón se atribuyen
el inmenso saber de la experiencia
que exhiben ante el mundo como un don.

Quisiera ser joven otra vez
para una y otra vez volver a decir
que ellos, los mayores, han hecho posible
este imperfecto mundo que habitamos
y que a nadie complace,
por lo que a nadie tienen nada que enseñar.

Caminan, los veo caminar a mi lado,
dos pasos adelante, uno atrás,
y así avanzan sin valorar la compañía.

Se equivocan a menudo
sin ser conscientes de su error,
y jamás se les oye rectificar:
solo el tiempo les cura de ese mal.





PALABRAS


En mi casa habitan las palabras
flotando en el aire,
armonizadas con los compases
de la música, o encerradas
en las jaulas de oro de los libros,
y  son liberadas por estos ojos
que dejan de estar cansados
cuando las leen.






LAS FRONTERAS DE MI PATRIA


Las fronteras de mi patria
están situadas
allá donde unas manos
no quieran estrechar las mías
y donde unos ojos
miran para otro lado
cuando los miro.






GUADIX: PASEO POR UNA CIUDAD MONUMENTAL

                                                                               "Enseñar historia o grandes monumentos es enseñar                                                                                 crímenes. Vivimos sobre el terreno pantanoso de                                                                                      los explotados…"
                                                                                  (Francisco Umbral. “Mortal y rosa”)


Viven mis días en este norte
de ojos ciegos y oídos sordos,
aunque vengo del sur profundo
al que siempre tiendo a volver.
Sur o norte, igual da:
siglos de historia nos contemplan
desde ventanales de lujosas vidrieras
o desde muros desnudos o engalanados
de palacios, iglesias y catedrales.
Quedamente nos miran, los miramos,
y, aun admirando su cara amable,
me pregunto si no gritarán de rabia
ante el recuerdo del paso amargo
del hombre común.
Los libros de historia hablan de hitos
que protagonizaron los poderosos,
sus obras y hazañas, y de los pueblos
como entes abstractos insignificantes,
actores secundarios de una mala película.
Paseo por la ciudad y los ojos
disfrutan ante el pasado que exhibe ufana,
como un don: sus palacios restaurados,
o los que sufren las heridas del tiempo
por la desidia de quienes esperan
tiempos mejores para mejor especular
con el polvo al que volverán las ruinas.
No quedan vestigios de otras casas,
de basta piedra, de pobre adobe,
donde morarían los constructores.
Y siento el grito, más allá de sus murallas,
de las cuevas centenarias -arcilla y agua-
que fueron morada de la indigencia ayer,
reclamo turístico hoy.
Ante espectáculo tan soez
no puedo evitar maldecir a la historia
que escriben siempre los poderosos;
no puedo evitar que hierva la sangre
y surjan las preguntas: ¿Cuánta miseria
enterrada entre el silencio de la piedra
labrada por pobres manos artesanas?
¿Dormirán su dulce sueño eterno
quienes predicaban el amor al prójimo
desde inalcanzables púlpitos dorados,
o esos otros que cabalgaban
a lomos del poder terrenal?
Cuando contemplo la belleza
de muros, arcos y cúpulas;
de artesonados pulcramente tallados,
y de frescos, estatuas o cuadros,
no puedo dejar de pensar en las manos
que los crearon y en la miseria que provocaron;
no puedo dejar de pensar
en los millones de seres humanos
arrastrados al barro de la indigencia
para que los poderosos pudiesen exhibir
la cara amable de su despótico poder.
Los desheredados de la tierra
son los que siempre pagan la factura
del gran banquete de la historia.
Percibo tras mis pasos
el amargo halo de la tristeza,
el mar de lágrimas que anega el alma
por no haber hecho compatible,
a lo largo del tiempo, la justicia y la belleza
para los hombres que fueron sus víctimas.
Paseo por las ciudades y sus calles,
y ante el legado de la historia
siento que el mundo material
sería menos vistoso para los ojos
pero la justicia se habría ganado
un lugar en los pedestales
de nuestras plazas, calles y avenidas.

(La parábola del camello y la aguja,
del rico y el reino de los cielos
sólo es un maldito  consuelo, uno más,
para quienes llevaron sobre sus espaldas,
en la inocente tierra desnuda,
el miserable peso de la historia).







LA VIDA


La vida no habría tenido sentido
sin aquellos que me acompañaron
para hacerme fácil el camino
o para poner aviesas piedras
que advirtieran sobre el futuro.

El tiempo me hizo desacelerar el paso,
que la carrera fuese a paso lento
para llegar más lejos:
la vida se encargaría por sí sola
de poner la pausa adecuada
y el punto final.

Mientras tanto,
sigo aprendiendo la eterna lección:
que los ojos miren cerca
para que no se cieguen
con la supuesta luz
que habita en el horizonte.








MENSAJES


Todo está escrito.

Todo está dicho.

Los poetas
ya recorrieron los caminos
que hoy transitamos
y sembraron la semilla.

Algunos, incluso, recogieron
la cosecha
y la multiplicaron.

Aun así, no está de más
recordar las enseñanzas
para que el mundo
no olvide el mensaje.






NOTAS PARA UNA HISTORIA NATURAL (2012)

Digamos, para no eternizarnos,
que en origen fue el mono
y que, con el discurrir de los siglos,
empezó a erguirse para mejor alcanzar
los frutos de los árboles;
que poco a poco se convirtió
en el autodenominado animal racional
que hoy conocemos por hombre
y que sustituyó, para sobrevivir,
caza y pesca por agricultura y ganadería,
actividades que desarrollaron
en fértiles tierras a orillas de los ríos.
Y que se hizo compañero de viaje
de ese ser vivo, algo diferente a él,
que caminaba a su lado, la mujer,
y acordaron que ella se encargaría
de administrar los bienes comunes
debido a su natural mejor criterio.
Los frutos de esa unión, los hijos,
con más edad y destreza serían
mano de obra que añadir
a las labores agrícolas y ganaderas.
Es posible que así se creara,
sin ser conscientes de ello, la familia,
que sería una unidad de conveniencia
en la que todos arrimarían el hombro
para mejor sobrellevar la existencia.
Y muchas familias, junto a algunos
solitarios deseosos de vivir en grupo,
formarían un poblado al que algún avispado,
-erigido en portavoz, su líder-
pensó en poner normas de convivencia:
quizás así surgieron las leyes.
Y para  hacer que éstas se cumplieran
crearían  un cuerpo especial
entre los más rudos pobladores:
¿sería anacrónico llamarlos policía?
Pero pasó el tiempo y el líder,
para acallar a algunos discordantes,
creó una cohorte que le ayudase a gobernar
y controlar los asuntos del poblado
y los eligió  entre el grupo que formaban
los discordantes más ruidosos,
los familiares cercanos
y otros que le adulaban sin más.
El resto no estaría de acuerdo:
¿por qué ésos y no  otros van a disfrutar
de los beneficios del poder?
-porque ya el poder producía beneficios-.
El líder, el más hábil poblador
entre tan incipiente inteligencia,
se dotaría de poderes sobrenaturales:
él sería el que representara ante sus súbditos
al dios del fuego, al dios de la tormenta,
al dios de la guerra y a todos los dioses
que se le ocurriesen.
Los dioses serían su gran creación
aunque después, y para evitar
que tal diversidad originase conflictos,
los unificó, en una nueva jugada maestra:
así aumentó el poder de intimidación
que pervive hasta nuestros días.
Ya controlaba las riendas políticas y religiosas
-lo económico vendría por añadidura-
y ante tanto poder, ante tanto miedo,
los pobladores le rindieron pleitesía.
Es posible que así surgiera la religión,
-sutil mecanismo creado por los humanos
para mantener sumisos a los insumisos
y el orden en los poblados-,
y también la organización política
que ha llegado hasta nuestros días
haciendo algo más enrevesado el sistema
aunque los sujetos activos -política y religión-
siguen pisando al sujeto pasivo –pueblo-,
por lo que podemos decir que todo,
por los siglos de los siglos,
permanece inalterable.
Para no eternizarnos, y poniendo
un punto y seguido en este relato,
digamos, que el sobrevalorado progreso
ha hecho de la caza, la pesca y la agricultura
actividades secundarias que no disfrutan
del reconocimiento social que tuvieron
y que nunca debieron dejar de tener.






¡SOCORRO!


Podría decir que fue una tarde
de cualquier otoño
cuando las hojas caían
hasta cubrir la hierba de los parques.

Y también que los ojos
se cegaron con la lluvia
y se encontró ante un abismo
hecho de silencio.

Podría decir que fue entonces
cuando gritó: ¡Socorro!

Pero nada de esto sería cierto
porque el tal otoño
era la radiante primavera
y después de la lluvia
el cielo abrió su puerta al arco iris.

Y el abismo era una mirada limpia
atravesada por el rayo de otra mirada
que llegó hasta el lugar del alma
en el que no existen las palabras.

Y fue al sentir el eco profundo
del grito silencioso
y herido por el rayo
cuando gritó: ¡Socorro!






CIRCUNLOQUIOS


A veces son inevitables los circunloquios,
la pura retórica
para enmascarar las palabras,
porque, a veces,
las libertades están presas
cumpliendo una imaginaria condena
en las cárceles de la rutina
y de la tradición.

La cabeza, cual centrifugadora,
da vueltas y vueltas, va y viene,
recuerda y proyecta en el futuro
ideas, situaciones …

Así debe ser
la fase previa de la locura,
pero aun así, es mejor
que la línea recta de la rutina
y de los cielos claros.

¿Quién no desea un poco de lluvia
mezclada con los rayos del sol
para poder ver el arco iris?






VIAJES DE LARGA DISTANCIA


En los viajes de larga distancia
las carreteras de rectas infinitas
producen somnolencia
y te hacen perder concentración
al caer inevitablemente en la rutina.

Sin embargo,
cuando la carretera alterna
las rectas con las curvas,
las subidas con las bajadas,
los paisajes de montañas y valles,
la atención vuelve, despiertas
y disfrutas de la conducción.







VOLAR


Dejaré atrás las turbulencias
y me bañaré
en el ‘mar de la tranquilidad’
de mi luna particular;
disfrutaré de los momentos
que la vida ofrezca a mis ojos
y miraré hacia adelante
con el paso firme,
derrochando todo el amor
que habite en mí,
sin poner barreras al viento
y procurando no herir
innecesariamente.

Cubriré mis ojos, mi paisaje,
con la belleza que los días,
en forma de sentimientos,
pongan ante mí.

Y volaré,
volaré  con las alas del amor,
porque, ¿qué es la vida plena
sino amor?

Fuera de él todo es
una canción que se olvida
con los últimos acordes.






MURALLAS


Algún día, los pobres de la tierra
saltarán las murallas y derribarán
las puertas de nuestro bienestar;
reclamarán con justicia la parte
que pocas veces recibieron
y nos echarán en cara la desidia
de nuestro silencio cómplice
y todas las batallas banales
que nos enfrentan mientras la mayoría
navega hacia la indigencia.

Entonces,
es probable que abramos los ojos
y tendamos nuestras manos
para compartir el pan a cambio
de unas migajas de su dignidad.







DESPERTAR


Cuando desperté del sueño
resultó que ya no era rico;
que todos los lujos
de los que había disfrutado
sólo eran una inmensa ruina
que acechaba mi porvenir;
que el mundo real sólo era
una pesadilla
que atormentaba mi existencia.

Deseé volver al sueño
pero me dijeron
que ya había elegido
y era tarde para rectificar,
por lo que debería vivir
el resto de mis días
pagando la penitencia.






COSTUMBRES


Las costumbres, la tradición cultural,
las normas que nos hemos dado
a través de los siglos,
han hecho que la vida
sea un auténtico despropósito.

Siempre caminamos
midiendo palabras y actos
para no decir aquello
que no conviene decir
para no herir sensibilidades,
para no hacer algo que, seguro,
a resultas de su/nuestra educación
les/nos va a resultar inconveniente
para su/nuestra escala de valores.

Valores… ¿Qué valores sino aquellos
que hemos aceptado
como los borregos del rebaño
aceptan la vara del pastor
o el ladrido amenazador
del perro guardián?

Somos sumisos
y nos negamos a rebelarnos
porque la rebelión es una apuesta
y quizás se puede perder:
no nos gusta el riesgo.

Bienaventurado el que no sigue
más norma que la de su conciencia,
porque él será señalado
y apartado del rebaño.





YO ESTUVE ALLÍ


Yo estuve allí,
en la plenitud de la primavera;
cuando empezó a crecer la hierba
a fuerza de agua y sol
yo disfruté de todo su esplendor.

Yo estuve en los momentos deliciosos,
cuando la inocencia era dueña de los actos,
la carne tersa, la belleza absoluta,
el brillo perenne en los ojos
y todo era futuro.

Me hice su compañero de viaje,
su alma gemela,
y ella la almohada donde reposó la cabeza
cuando llegó el cansancio
y el hombro que recogió las lágrimas
cuando llegaron.

Fui habitante del paraíso,
transeúnte de paso por la desdicha
y en su casa, un ventanal abierto al futuro.

Y ahora, cuando llega el otoño
y la mirada percibe
el paso del tiempo en  los cuerpos,
no pienso en la belleza de ayer
sino en  el brillo de los ojos
proyectando hacia el futuro
una mirada limpia,
con toda la carga vital que los días
han puesto sobre nuestras espaldas.

Y si fui partícipe de la primavera,
si me bañé en las aguas cálidas del verano
hasta caer redimido en los brazos del otoño,
no tengo derecho a privarme
del invierno que nos espera
para cerrar el ciclo de las estaciones.

Nunca me lo perdonaría.





TIEMPOS DIFÍCILES


Nadie niega que fue
un tiempo duro,
de la misma dureza
que hoy exhiben
a la intemperie
los guijarros del río
que, hartos de soportar
antaño el peso del agua,
ahora se limitan a ser
el lecho donde dormitan
las leves hojas
abatidas por el otoño.






Después de ‘LOS PUENTES DE MADISON’


Se fue.
Se quiso ir pero no encontró
el suficiente valor
para llenar su maleta de futuro
y dejar en el armario antiguo
todo el ayer que quería olvidar.

El camino era ancho y largo,
tanto que no se divisaba el horizonte,
pero prefirió el viento cálido conocido
a la tormenta purificadora
que se le brindaba
más allá de las rejas de su casa.

Y se fue.

Simplemente no se fue
y se arrepintió el resto de sus días.





 AMORES INFANTILES


El ayer que no soñaba futuros
vivía su eterno presente en la cámara
donde habitaban las palomas,
un lugar con vistas al cielo
y a los muros de adobe que dividían
unas casas de otras.

Y allí crecía junto a mí, mi pichón,
con el que compartía ese amor infantil
con el más pequeño de la casa.

Pasa el tiempo, el recuerdo pervive,
y aquel sentimiento se ha hecho mayor
con nosotros.

Entonces no imaginaba futuros
y hoy que el futuro ha llegado
sé bien quién está y quién no:
la simiente echó raíces,
floreció a pesar de lluvias
y tempestades y dio sus frutos.





PATRIAS (2011)


Las marchas militares
con su burda exhibición
de himnos y banderas,
a mí, hombre sedentario,
me hacen estremecer,
y no por emoción
sino por miedo,
porque detrás
de cada marcha
- sus himnos, sus banderas -
siempre hay una bota
que arrasa la patria
a la que canta.






SALVACIÓN


Unos escriben,
otros gritan,
los más prudentes
simplemente creen
que quieren
cambiar el mundo
- los menos prudentes
dicen salvar -,
y pocos saben
- o no quieren saberlo –
que para llevar a cabo
esa ardua tarea
primero deben
cambiarse
- o salvarse –
a sí mismos.





HA LLOVIDO (2009)


Ha llovido sobre las tardes
del recuerdo,
sobre las mesas y las sillas
en las aceras
en la avenida de los álamos,
sobre las sombras que pasean
como náufragos del pasado.

Ha llovido sobre las palabras
que se hicieron tenue eco
en la memoria o en el olvido.

Ha llovido una lluvia torrencial
sobre el camino que no tiene final,
sobre los pasos firmes de antaño,
ya desandados,
sobre las miradas limpias
de los ojos infantiles, ha llovido.

Y la lluvia ha anegado los ojos
hasta convertirlos en un mar de deseo,
ansioso de barcos que los surquen.

Ha llovido y tras la tempestad
no ha llegado la calma.





VERSOS (2008)


Versos y versos
habitan el paisaje de la memoria;
palabras y palabras
que desde el corazón de los libros
te llevan a mirar el mundo
con una mirada
para siempre escéptica
y quizás, también para siempre,
limpia.






APUNTES (2004)


Son apuntes de una vida
estos pasos de hoy,
aquellos que quedaron en el camino,
los que vendrán.

Son apuntes sobre una añeja
hoja en blanco ya salpicada de borrones,
de cuentas atrás, de pasos en falso.

Apuntes para escribir la obra
de la vida con sus protagonistas,
sus actores secundarios y su escenario:
de cerros y árboles en la memoria,
de cemento en los ojos del presente.

Apuntes que quedarán olvidados
en un rincón del tiempo
cuando caiga el telón.






11 DE MARZO. MADRID 

(El día después de los atentados
de Madrid)



Ayer, 11 de marzo,
sentí que soy un hombre
al que le quedan lágrimas
en el manantial de las entrañas,
con las que salen a borbotones
gritos de dolor ante el dolor ajeno.

Ayer, 11 de marzo,
sentí que pertenezco a una especie
a la que siempre,
con un absurdo sentido de superioridad,
denominamos humana.

¿Soy humano yo que sufro ante el dolor,
que grito y me rebelo ante la barbarie?

¿Son humanos aquéllos
que siembran de horror y muerte
la senda pacífica de la vida?

¿Qué es ser humano?







ESTAR VIVO (2003)


Abrir una puerta, cerrar otra.
Cerrar los ojos, abrir el alma.
Callar.

Seguir los deseos del corazón
poniendo una venda
a los designios de la razón
es caminar hacia el precipicio.

Seguir a ciegas a la razón
y no escuchar los gritos del corazón
es sumergirse en las tinieblas.

Caminar de espaldas al mundo:
dos pasos adelante,
alguno hacia atrás. Avanzar.

Avanzar y seguir vivo,
inmerso en la contradicción:
estar vivo.








IRAK 


No quiero que la guerra
se instale en mi casa,
que tome asiento en mi mesa
y ciegue el primer horror
ante la tragedia
hasta convertir a las víctimas
que pasan ante mis ojos
en actores de una ficción lejana.

No quiero que la costumbre
de los muertos cotidianos,
de la destrucción diaria,
se haga un hueco en mis ojos
e inmunice mis sentidos.

Quiero seguir llorando
y que cada lágrima sea
un grito de protesta
ante la sangre nunca ajena
del invasor, del invadido,
porque ellos sólo son marionetas
cuyos hilos manejan las bestias
investidas por el macabro poder
de la ignominia.





MÁS ALLÁ DE LOS CERROS (2002)


Nada hay más allá de los cerros,
sólo un abismo de tinieblas,
un pozo de palabras ahogadas
en la sima de los días.

Y a este lado, días y noches
que vagan como perros heridos
lamiéndose las llagas que el tiempo
–los días, las noches-
ha grabado en sus entrañas.

Nada hay más allá de los cerros;
los ojos infantiles se clavan
en la tierra de la calle desierta,
en la cal de las casas,
en las puertas abiertas;
como puñales se clavan
en las miradas perdidas
que buscan a alguien que marchó,
que dejó la casa habitada
y buscó un camino con luz
más allá de los cerros,
donde no existe nada.

Y los ojos infantiles miran
la tierra amarga que cubre la calle
y no entienden nada, nada.






MI POEMA


Inicié el camino, mi poema,
con palabras de amor,
paso tranquilo,
bajo el suave sol de la mañana.
Nubes de paso…

Una sonrisa aquí,
una lágrima allá
y entre todas las palabras,
la palabra ausencia
junto al río que fue,
junto a la sombra del agua
y de los álamos
meciéndose en el viento.

Inicié el camino, mi poema,
como ave de paso
y ave de paso soy…






MI CALLE


Mi calle era una calle ancha,
llena de luz,
con casas blancas de tejados rojos,
una acacia grande,
y una mairena por donde navegaban
barquitos de papel
que llevaban a ningún puerto.

Mi calle era una calle
por donde vagaban desde siempre
las sombras de los ausentes,
donde jugaban los niños
con la mirada perdida,
donde las mujeres iban y venían
buscando en cada rincón
los ojos, las manos
del hombre que marchó para volver.

Mi calle era una calle
con las puertas abiertas
de par en par
para que entrase a cualquier hora
la esperanza.





PADRE


Antes de que el sol
se esconda por el horizonte
en su cueva de olvido.

Antes de que el mar me acoja
en su lecho de espuma,
quiero escribirte estas
palabras, porque,
¿a quién si no a ti
le debo el aire y el agua,
el rumbo de mis pasos,
mis vaivenes…?

Y escribo estas palabras
para protestar al viento
y a la lluvia del otoño
-aquel amigo cruel -
por llevarse el eco
de tu voz clara,
el silencio de tu alma en paz,
tus pasos tranquilos
y tu mirada limpia…

Yo seguiré escribiendo,
recordando en cada verso,
en cada palabra,
en cada paso,
tu voz clara, tu mirada limpia…





ELLA ES LA MUJER DE MIS DÍAS


Ella es la mujer de mis días,
mi compañera de viaje,
mi punto de partida,
mi llegada…

Ella es la sombra de mi árbol
y el agua de mi río,
la nieve en mi montaña,
mi tarde, mi mañana…

Ella es mi sonrisa
y mi lágrima olvidada
en un rincón del recuerdo,
que se aviva en un instante
y al instante muere.

Ella es la palabra y la tierra
donde brotó la semilla
que hará que mis ojos
permanezcan despiertos
más allá del mañana.





CAMINAR (1988)


A fuerza de andar
hemos aprendido
a estar parados,
a no levantar la voz
cuando el silencio
se ha roto,
a oír
y a no escuchar.





VA Y VIENE


En tus brazos de niña
se balancea el tiempo
mientras una canción
va y viene,
ebria de amor
va y viene,
pero nunca se queda.

Cada regreso
borra las tinieblas
de la huída anterior,
pero el tiempo perdido,
¿cuándo volverá?

En tus ojos de mujer
vive la paz y la ira,
mi paz y mi ira
que va y viene.





CAEN LAS HOJAS


Caen las hojas del calendario
como las sombras sobre la tarde,
poco a poco, casi sin darnos cuenta.

Caen las hojas y en su viaje
el viento las limpia,
desempolvando pasajes
de la historia inconclusa,
volviendo a parques y calles,
a habitaciones vacías,
a sonidos ya irreconocibles,
a las luces momentáneas de una noche.

Caen las hojas del calendario
y los ojos las siguen
hasta el fuego de la nada.

Como la noche con la tarde
acabamos con el último trago de luz;
nos sentamos junto al fuego
y miramos las estrellas
para convencernos de que mañana
será otro día.





AGOSTO, SEIS (1986)


En silencio iniciamos la partida
aquel día cubierto por el rumor
de los árboles en el cielo.

Era agosto, seis,
en un rincón de la tierra prometida.

Abrimos la puerta del camino
y allí esperaban las verdes alamedas
y los montes pardos;
nuestros pasos serían para siempre
hermanos del paisaje: nieve y agua.

Partimos en silencio aquella tarde
desde la sombra de un verso inacabado
al que vestimos de esperanza.

Y caminamos, palabra a palabra
sobre las tenues luces de la noche;
paso a paso hasta llegar
al corazón de los álamos.






MI ABUELO


Las manos que ayer
fueron tus compañeras
forman hoy una corona
alrededor de tu recuerdo.

Estás dormido entre los cerros
y tus ojos de tierra y árboles
nos miran desde el aire.

Estás despierto en las palabras
de los hombres que jamás
pronunciaron tu nombre en vano.

Duermes, abuelo,
y sé que duermes en paz
sobre un lecho de espuma.

Y vives, abuelo,
yo sé que tú vives
en el corazón del recuerdo.







CUANDO TE NOMBRO (1985)


Cuando te nombro
mi voz se cubre de futuro
porque en ti confluyen
mis ríos y mis cerros
y esas casas blancas
donde habitan mis ojos.

Cuando te nombro
mueren en mí las sombras
del pasado
para renacer en forma
de horizontes
teñidos de blanco y verde.

Cuando te nombro
ya no soy una pieza más
del engranaje,
sino un corazón que necesita de ti
para seguir sobre el camino.

Cuando te nombro,
noche y día se funden
en un abrazo sin fin,
del que surgen palomas y álamos
y ríos de aguas tibias.

Cuando te nombro
resuena en mi espacio el eco
de todas las palabras
que llenaron el silencio
de las palabras dormidas.

Cuando te nombro
digo amor y digo vida,
digo pasado, presente y futuro.

Cuando te nombro
sé con certeza que mi casa
ya no está vacía.





¿DÓNDE ESTÁBAMOS TÚ Y YO?


Nunca vimos los álamos
ni miramos a la nieve;
el sol ardiente, la lluvia,
las tibias tardes y las mañanas frías:
¿Dónde estábamos tú y yo?

Jamás miramos a los cerros
y nunca vimos nuestro reflejo
fundido entre las escasas aguas del río.
Calle arriba, calle abajo:
¿Dónde estábamos tú y yo?

Las cuevas de los cerros
eran nidos mortecinos habitados
por espectros de pájaros sin alas;
nunca penetramos hasta el corazón
de los cerros.
Mirada blanca, herida eterna:
¿Dónde estábamos tú y yo?

Huíamos sin dirección,
buscábamos sentido a nuestros pasos,
caminábamos siguiendo la ruta del viento,
perdiendo a cada instante el horizonte.
Huíamos desesperadamente
sin detener la mirada un momento;
huíamos no sabiendo bien por qué.
Días y días, eternidades:
¿Adónde íbamos tú y yo?






MI PAISAJE


Quedan lejos las palomas
y su espacio en la casa;
la acequia, los árboles
y aquellas “ocho de la mañana”.
Carretilla y cántaros de agua,
escuela a las nueve y a las doce,
vuelta a casa.
Palomas en la cámara
y lagartijas en el corral.

Queda lejos el campo y el cauce
de algo que quería ser río;
los sauces, los álamos
y los cerros vigilantes.
Praos, Cañaíllas,
manantial habitado
por monstruos milenarios;
leyendas de los ocho años
escondidas en el corazón
de los cerros, en el agua.

Queda lejos la vida anclada
en un presente vivido paso a paso
sin pensar qué podía existir
más allá de los cerros.
El viento me apartó de aquellos días,
creó en mis ojos la esperanza
del viaje sin retorno posible.
El viento me apartó de aquella vida
aunque nunca pudo
borrar de la memoria mi paisaje.







EN EL CAMINO


Escribo y escribo
dejando pasar los minutos,
las horas y los días:
terapia efímera para olvidar
que aún estoy
sobre el camino.

Árboles y ríos, amor,
sangre de mi recuerdo,
calles blancas
para mi palabra presente.

Escribo y escribo
para que mañana
alguien sepa con certeza
que no está solo
en el camino.






LEONES MANSOS


Encontrarte cada día
es abrir las puertas
de par en par,
escuchar la palabra
necesaria,
acallar los lamentos.

Mirarte cada día
es la paz:
saltar el muro
y encontrar
leones mansos.







SOY Y EXISTO (1983)


Soy y existo.
Estoy amando
la flor que crece
más allá del mar;
la miro
y la siento palpitar
entre el viento;
la escucho
y sus palabras
son música
en mis sentidos.

Por ella sé que existo;
por ella sé que aún existe
el mañana
y presiento sus ojos
clavados en mí
y sus pies junto a los míos
abriendo caminos,
destrozando pasados,
aferrados a un presente
infinito.

La quiero:
por ella sé
que aún respiro.






MAÑANA


Cada día, al abrir la puerta          
siento que ya es mañana.
Arriba, entre las paredes desnudas,
ha quedado encerrado el ayer,
olvidado entre el polvo
que separa un día de otro día,
una noche de otra noche,
al fin, una lágrima de otra lágrima.
Cada día descubro el sol
golpeando con fuerza en el asfalto,
desbaratando mil figuras
que la noche ha pintado sobre él.
A cada paso una palabra, ¿esperanza?
No, ya no existe la esperanza del ayer.
¿Acaso la lluvia no va a seguir
golpeando en los cristales?
Pintará sus gotas de colores
porque encontró al mar,
fin y camino, pero será lluvia.
No, ya no existe la vieja esperanza,
pero el camino continúa
y acepto los árboles y su otoño
si he de aceptar la primavera.
Ya existe, para siempre, la razón,
y porque ella abre mi puerta cada día,
la miro y en su mirada
encuentro la llave de todas las puertas.







MAREMAGNUM (1981)


Todos hablan,
cada uno, su tema.

Un maremágnum de idiomas
tratando de encontrar
el acuerdo imposible.

Cuando es imposible
seguir hablando,
¿por qué no callamos?







CANTAR


A veces cantar
no es más que reunir palabras
en torno a una idea central,
y dar a esas palabras una forma
y un cierto sentido abstracto.

A veces cantar
no es más que exaltar
las virtudes de todo lo terrestre:
cantar al mar o a los árboles
o quizás a algún pueblo
que duerme en el recuerdo.

A veces cantar
no es más que mirar al viento
y dejarte llevar por sus alas
para hablar desde el cielo al mundo
de incomprensión o quizás de amor.

A veces cantar
nos es más que una noche,
una absurda noche de deseos,
de frustraciones,
de sueños perdidos en el silencio.

A veces cantar
no es más que pensar en ti,
flotar sobre tu recuerdo
y acallar las palabras
para escuchar el eco profundo
de tu voz que duerme en mí.







DÍAS DE DICIEMBRE


Son estos días de diciembre
umbral de fiesta y silencio,
parque de árboles desnudos.

La noche cae pronto sobre la ciudad
y nos gusta perdernos
entre las sombras
de las últimas luces de la tarde.

Vamos al viejo parque
donde nunca buscamos
escondernos del bullicio,
para buscar la comprensión
de unos ojos crepusculares.

Todo es festivo y triste a la vez
en estos días.

Caravanas de luces adornan la ciudad
tratando de ocultar
la eterna oscuridad de sus entrañas.
Y las calles parecen veredas otoñales
aunque todos sabemos que su final
no es otro que el abismo invernal,
como esta noche triste
es el final de cada día.






CARLOS, EN LA DISTANCIA (1980)

Salgo a la calle; la tarde se mueve inquieta
mientras el sol lanza puñales de fuego
sobre el asfalto.
Camino entre la gente pensando en los momentos
que se han marchado dejando sólo
la huella del recuerdo.
Y el recuerdo, siempre, es la eternidad,
lo inalcanzable.
Veo en el ayer las calles llenas de luz
cuando no se detenían a preguntarnos
adónde queríamos ir;
aparecen ante mí como inmensos manantiales
plenos de vida.
Nunca nos parábamos a mirar más allá
del próximo minuto.
¿Recuerdas?
Todo volaba a nuestro alrededor
como algo que podíamos alcanzar.
Nuestros ojos miraban en la noche al cielo
y podíamos contar las estrellas
y fundirnos con ellas y volar,
y alcanzar con nuestras alas
las cotas más altas de la fantasía.
Hoy, aquel mundo se ha ido para siempre.
Tenemos los pies plantados en la tierra
y a nuestras alas les han puesto límite.
Hoy, nuestro mundo es el de aquella gente
que nos parecía demasiado mayor
para comprenderla.
Hoy, caminamos pensando por necesidad
en aquellos días:
en nuestros ojos que miraban sin ver,
en nuestra mente que pensaba sin pensar,
en nuestras alas que volaban sin volar…
Hoy todo está demasiado lejos.
Yo sigo aquí, pensando en lo que puede venir.
Tú estás muy lejos, sí, lejos,
porque lejos significa no estar aquí.
El tiempo ni siquiera ha permitido
que sigas con nosotros.
Todo, hermano, está demasiado lejos.
Yo, sigo recordando ese todo,
confundido por la calle entre esta gente
que ya tampoco conozco.





ESCRIBIRÉ TU NOMBRE


Para que tú sepas dónde estoy
y hacia dónde quiero ir,
escribiré tu nombre
con fuego en los caminos
y dejaré mi huella en los cielos
testigos de tus alas.

Escribiré en el viento la palabra
que soplaba en nuestro entorno
y en la lluvia el recuerdo
de tu voz junto a la mía.

Para que tú sepas que tras el fuego
quedan las cenizas,
escribiré tu nombre con fuego
en las cenizas.






LA PAZ


No escribo para que me lean
ni para que conozcan mi pensamiento:
escribo para salvar sobre un papel
la paz de mi mente.

Y canto el inmenso mundo posible
moviéndose en mí
como una noria que no cesa;
el incesante martilleo de unos árboles
derramando sobre mi cabeza
sus hojas otoñales;
el repicar de unas campanas
que hoy sólo son migajas
que el pasado enterró
en mi pensamiento.

Escribo para descargar sobre un papel
el peso del pasado
flotando sobre mi mente.





A MI MADRE   (1977)


1940.
Alcanzó la lluvia la cúspide
cuando nació el primer grito
del retoño que creció
hasta hacerse vida.
El viento rondaba los cerros
y en sus entrañas
una vela se consumía.
Olía a ceniza.
Muchos habían marchado
pero ella llegaba,
y llegaba con un grito
en su frágil garganta.
El árbol, poco a poco,
se había quedado
desnudo, postergado,
cuando el viento trajo
su voz clara y firme,
casi inaudible; su voz
que entre la miseria
pedía pan: trigo o maíz.

Quiso buscar caminos
y cobijarse en la sombra
del árbol que fuera
para siempre su casa.
Llamaron a su puerta.
No negó sus manos
como se las negaron a ella.
Y pasó el tiempo…
Brotaron raíces
sobre la tierra fértil
que cobijaba la semilla
y también llegaron
lágrimas fugaces
que hicieron llorar al cielo
al verla recorrer caminos
que nunca imaginaron sus ojos.
Las lágrimas trajeron la noche.
¿Por qué, noche, posaste
tu manto de sombras
sobre el almendro florecido?

Ella caminó sobre el silencio
de las noches y los días
hasta encontrar la paloma
que surcase sus cielos,
y ahora el viento,
aquél que rondaba los cerros,
pregunta siempre por ella.
Está lejos, le digo. Sonríe.
Y el viento, como un niño,
echa a correr hacia el campo
para agradecerle al río
que se llevase su lamento.
Yo, ahora, sólo soy poeta
cuando en silencio la miro,
porque ella es la vida,
porque ella es todo…






A MARÍA DEL MAR BONET


¿Cuántos mares te separan de la playa?
Quisiera ser el mar
verso de algún canto de poeta,
como tú,
y volar sobre los almendros
y los surcos cansados de llorar.
Danza el susurro de tu voz en el aire
como una paloma y, entre las nubes,
tus palabras se funden con la lluvia
para caer sobre la tierra sedienta
que quiere lluvia.
Y puedo ver desde aquí tus ojos
buscando a ese alguien que está lejos
y oír el ajetreo de tu corazón
suspirando por ese viento
que no acaba de llegar.
Las playas contemplan los recuerdos
que surcan mares hasta besar la arena.
Tú sabes que los amigos esperan;
quizás estén lejos
pero están muy cerca a la vez,
porque eres como esa gaviota
que nunca olvida al mar…
Y qué sería del mar
sin gaviotas como tú.







CUANDO YO NACÍ

Salía el sol,
despertaba un nuevo día
y poco antes había nacido
un nuevo año.
Yo, despertaba a la vida
de la esperanza.

Sé que todos me mirarían
cuando yo nací,
todos me sonreirían
cuando yo nací,
todos me acariciarían
cuando yo nací.

Una casa vieja y una calle triste;
una paloma en el tejado
y un campo que lloraba el olvido.
Un mundo que arreglar
es la herencia que nos dejaron
y nos gusta, ahora que entendemos
al viento y le amamos.

Ahora veo salir el sol,
otro sol distinto
junto a otras gentes distintas
en otras tierras distintas,
y todo,
porque todos dormían
cuando yo nací.