sábado, 15 de marzo de 2014

Adan y Eva (y su pecado)

Hay que fastidiarse la que armaron Adán y Eva con el pecado original, que original sí que es pecar por comerse una manzana, aparte de lo escandaloso que fue el posterior castigo para la humanidad, tanto o más que lo de la sentencia del Prestige, que es lo primero que me viene a la cabeza. Bien, pues la armaron bien con la mierda de la manzana, la serpiente, el árbol y la madre que los parió, que no sé bien quién sería porque no tuve tiempo de ir al catecismo al haber emigrado mi padre a Suiza entonces y tener que sacar la vaca a que bebiera agua en la acequia, o echarle a los marranos, o limpiar la cochiquera, o echarle de comer a las gallinas y los conejos, justo cuando don Amador impartía la catequesis, que ya es casualidad.
Así me pasó que, como tenía que hacer la comunión con mi primo Josemari, que casi éramos de una edad, por hacer el convite juntos -una taza de chocolate y bizcochos que era lo que entonces se estilaba- lo aprendí todo deprisa y corriendo y no tengo muy ubicados a los personajes de la Biblia, me lío con ellos y oía sus nombres y no sabía quién era antes y quién después, y decía, Adán y Eva, nuestros primeros padres, la costilla y la gaita, pero en qué época los creó Dios, antes de Cristo o después, porque cuando estudiabas a los romanos o a los griegos siempre te decían aC o dC, pero con estos no te dicen nada y te despistas. Si ya había romanos o incluso habitantes de Ur, que eran anteriores, y egipcios en el Nilo, que son los que inventaron las ciudades-estado a orillas de los ríos, ¿cómo coño iban a crear a Adán y Eva después? Un lío tremendo.
El caso es que yo no me pude estudiar el catecismo como dios manda y me pilló el toro. Cuando fuimos a hacer la comunión mi primo y yo -para más inri vestiditos de monjes tibetanos porque íbamos de blanco- yo solo me había aprendido del catecismo el padrenuestro, más que nada como homenaje al padre mío que estaba en Suiza y porque decía cosas que me sonaban bien. Me lo aprendí rápido. Antes de la comunión vino la confesión y como era un pecador impenitente a mis seis años, aunque no tenía cabras en mi corral, pues el cura don Amador -que vaya pájaro de lo que me enteraría después- me mandó un Credo, un Ave María y un Padrenuestro. Como solo me sabía este último me recé diez para compensar. Y anduve con ese pecado hasta que di con un cura obrero en los arrabales de Madrid, al que se lo conté y me dijo que pasara de todo… Y hasta hoy. Limpia el alma, y sin pecado.
Pero me he ido del tema. Dando por supuesto que existieron Adán y Eva, y si no existieron, les echamos la culpa a ellos que están más a mano, hay que ver la que armaron, como decía al principio, por pecar –pecado que también nació con ellos- y comerse la puñetera manzana por no dejarla para hacer sidra El Gaitero. Sin el pecado original no tendríamos frío, ni pasaríamos hambre, ni habríamos tenido a Hitler, Franco, ni cita previa para el médico, porque no nos pondríamos enfermos, ni gobiernos del PP, vamos, ni alcaldes embaucadores y algo… tontos, aunque ahora no quiero malmeter.
Y además no seríamos feos, porque hay que reconocer que la mayoría de los seres humanos somos feos. Yo no he visto cómo eran ellos, los que algunos dicen que fueron nuestros primeros padres, aunque en alguna pintura renacentista salen muy favorecidos -en las barrocas algo menos-, por lo que me los imagino en el paraíso primario, desnuditos, rubitos, ojos azules, puaff, la hostia. El único problema que veo es que tuvieran que ir siempre con su hojita de parra para tapar sus partes pudendas y para que no se las vieran la serpiente y los demás animales paradisíacos porque entonces no había humanos o al menos eso es lo que dicen; además si los hubiera, vaya mierda de historia. Por el pecado se vieron obligados a abandonar la hojita y llevar vestidos largos o cortos, en la modernidad también pantalones, las mujeres; y los hombres casacas, pantalones o traje de chaqueta y corbata, si quitamos a algunos escoceses, los muy horteras, que llevan faldas –escocesas- y parece ser que sin nada debajo. Además, por el pecado de ellos tuvimos que pagar el pato los pobres, porque al ser muchísimos más y tener menos medios, pues solemos ser más feos y lo podemos disimular menos.
Los ricos todavía, bien vestiditos como van, incluso feos tienen un pase, pero es que los pobres con ropas del rastrillo… Y ya no digamos los pobres de solemnidad esos que salen por la tele en la India o Bangla Desh, deambulando con un cacho de tela blanca y cara de pena a orillas del Ganges, con sus ropajes inmundos y que algunos ni se lavan y eso que tienen el río al lado. Solo cuando vamos desnudos, rapaditos –los hombres- pasados por el agua del río, de cualquier río, nos igualamos, que ahí no hay clases, aunque si hay alguna cicatriz pues, hasta las de los ricos son menos escandalosas que las de los pobres, que en la seguridad social a veces van a destajo y no reparan en la costura que va a quedar para la posteridad. Un médico de pago se esmera, agujas del 2, si procede, para coser y no la primera que tenga a mano; bisturí fino para cortar y no cualquier faca de gitano si apremian los recortes. Y es que no hay derecho, no hay derecho… Algún ser humano incluso se parece a su animal de compañía: a los perros, a los gatos; incluso mi pollera se parece a un gallo de cómo va peinada y pintada y la pescadera a una pescadilla de enroscar. No digo más. Una putada, vamos.
Con los seres humanos se pasaron por lo feo, aunque a decir verdad yo veo más mujeres guapas que hombres, aunque esto puede ser por mi orientación sexual. Para reafirmar lo que digo basta con imaginarse a Ava Gardner o a Marilyn Monroe; con ellas o por ellas se podría dar por bien empleado a todo el género humano, aunque desgraciadamente son las excepciones que confirman la regla. Todavía, de jóvenes imberbes, vale, pero cuando nos hacemos mayores, nos volvemos canosos, calvos, arrugados, pues un asquito, y las mujeres casi igual que empieza a colgarles todo y… De todas formas, luego dicen que la belleza está en el interior y que si tal y que si cual, pero, preséntate a una entrevista de trabajo en la que vayas tú, feo, y uno guapo, a ver a quién de los dos le dan el puesto: al guapo, está claro, aunque sea algo más tonto que tú. Que es una putada, pues claro, pero así es la vida, y con la cantidad de feos que hay pues no me extraña nada que en Europa, solo en Europa, que somos guapos –grosso modo- haya 22 millones de parados. Una pasada.
No fue así con los animales porque cada uno en su papel…, las cebras, los caballos, los periquitos, todos son guapos… Bueno, las ratas son feas porque representan lo peor de la naturaleza y tenían que compararse con lo peor del género humano… y los cerdos, por los guarros que son, también lo son, aunque estén riquísimos. Pero los pajaritos, las ovejitas, las vacas y no digamos los terneros, una monería y si nos vamos a la selva, si quitamos a las hienas y a algún que otro que ahora se me olvida porque yo soy de letras y de las ciencias, paso, pues todos los animales de esa zona son guapos, guapos, que se esmeraron, incluso con las serpientes que mira que son traicioneras. Pero vamos, aunque tienen peligro se pueden poner en un poster en la habitación del niño que no se asuste por la noche si se despierta, que se asustaría más si lo hace y ve un poster de Charlton Heston o de Swarzenegger, que aunque sean ricos y famosos, se las traen.
A mí lo que más me llama la atención son los pájaros exóticos de América, todos de colores llamativos, que para eso se llaman exóticos. Como contrapunto el creador tuvo mala leche y creó a los incas, los aztecas, los indígenas bolivianos, los yanomami y otros pueblos amazónicos, que mira que son feos, tanto que a su lado los feos occidentales tenemos un pase.
Caso aparte son los orientales, que ni feos ni guapos, neutros, todos iguales, aunque lo mismo dirán ellos de nosotros aunque estarían muy equivocados. Vamos a ver en qué me parezco yo a, pongamos por caso, Harrison Ford. En nada. Hay grandes diferencias: él sabe inglés y yo no, tiene pelo y liga, vamos que si liga. Ahora en serio: hay que reconocer que él es más guapo y que no hay posibilidad alguna de equivocarse, sobre todo de que se equivoquen las mujeres. Por eso, los orientales sí que se equivocan: nosotros no somos todos iguales y ellos sí, qué coño.
Definitivamente, Adán y Eva, culpables porque tenemos que trabajar, levantarnos con el despertador y eso si tenemos la suerte de tener trabajo que los hay que tienen que madrugar para sellar el paro y soportar a un tonto que les interrogue sobre qué es lo que hace para buscar trabajo y que si tal y que si cual. Y luego, con suerte, esperar a que llegue la edad de la jubilación para aburrirte como una ostra y después morirte, y además, ser feos. Hay gente que dice que la belleza debe estar en el interior, pero sí, sí. Conocía yo a uno que se llamaba Pascasio y vivía en la calle… que era feo de remate, le faltaban varios dientes, los demás los tenía separados, y era muy mala persona porque, además de no invitar nunca, estaba casado y maltrataba a la mujer, tenía cinco niños y se gastaba el sueldo en putas. Para que me digan eso de “es feo, pero tiene buen corazón”. Ya, este Pascasio ni en el interior, ni el exterior ni en el patio de luces.
Adán y Eva, tontos: si no hubieran pecado ya no cabríamos en el mundo porque no nos moriríamos y habría explotado el mundo o nos comeríamos los unos a los otros. Esto no lo pensaron los que escribieron la Biblia, así que, vamos a dejarlo como está porque es de sabios que nos vayamos unos para que puedan caber otros y así… hasta la eternidad.
Pero bueno, si yo soy ateo, ¡qué necesidad tengo de meterme en esos berenjenales de adanes y de evas, y de gaitas gallegas!
 Pérdida de tiempo, coño.

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