- Tengo la sensación de que conocemos una mínima parte de lo que pasa a nuestro alrededor, lo justo para hacernos creer que conocemos algo.
PATRICK
Viene Patrick a
decirnos que ha vuelto. Nigeriano, ocho años en España y ocho años sin ver a su
familia. Ahora ha vuelto a su país para asistir al entierro de su madre, que ha
muerto sin conocer a las tres hijas que nacieron en España. Mientras me cuenta
esta pequeña parte de su historia, se le escapa una lágrima y me dice: “A pesar
de que ha muerto, estoy feliz porque se ha ido pensando que vivo en el paraíso
y que somos felices. Llegué a tiempo de verla viva y sus últimas palabras
fueron para mí. Me dijo: qué buenos son tus jefes que te dejan venir al
entierro de tu madre. No supo que llevo tres años en paro y que Cáritas nos da
de comer, porque lo que cobro del subsidio se va en el alquiler y los recibos”.
- En el presente, el pasado es lo que se recuerda, no lo que en realidad fue, aunque en ocasiones puedan coincidir. Lo que ni siquiera se recuerda, no existe.
CARTA A DON
ANTONIO MACHADO
Querido Don Antonio:
Desde que le conocí, cuando pienso
en literatura pienso en usted. Me aficioné a las letras en la escuela primaria,
con las reseñas de autores de mi libro, de los que nos teníamos que aprender su
biografía y sus principales obras, pero no leerlas: ya sabe, en el franquismo
leer era casi una actividad subversiva. Y fue entonces cuando descubrí que la
literatura era la vida, quizás porque en la foto de mi libro usted se parecía a
mi tío Manuel, un personaje real, por su cara de bonachón, porque mi tío apenas
sabía leer ni escribir. Yo pensaba en literatura e imaginaba a un hombre de
gesto serio, "triste aliño indumentario" y cigarro en la boca, como
don Antonio, mi maestro del pueblo, lo más parecido a un literato que había
visto jamás, escribiendo con pluma, en una mesa de madera oscura, con una
lamparilla, frente a una ventana que daba a un valle verde, o a un patio. Y
pensaba que escribiría sin quitarse el gabán, porque en su casa siempre haría mucho
frío.
Como la literatura era la
vida, cada paso me llevaba a la nostalgia porque nosotros habíamos dejado, a la
fuerza, nuestro pueblo, como usted. El primer poema que leí, A un olmo viejo, me recordaba la higuera
que teníamos en las Cañaíllas; cuando
leí algo de Platero y yo, me
entristecí porque recordé que una tarde nos retrataron, a mi hermano y a mí en
la puerta del corral y montados en el pollino de mi abuelo Grillo; leía que José María Pereda escribió Peñas arriba, y me veía vagando por los cerros de mi pueblo; y con
la foto de Azorín veía otra vez a mi abuelo, más alto y peor vestido, y pensaba
que su apodo se lo habrían puesto por algún pájaro al que llamarían así, como a
mi abuelo le llamaban Grillo por su
perro.
Pero antes de llegar a los
escritores de su generación, lloré, sí, lloré cuando leí las Coplas a la muerte de su padre (me daba
mucho agobio decir ‘mi padre’ para no
tentar la suerte), del pobre Jorge
Manrique, y pensaba que tenía que ser una verdadera tragedia que se le muriese
a uno el padre tan joven, como le pasó a mi amigo Juan, que vivía solo con su
madre. De niño, ya sabe usted, cree uno que no existe la muerte, pero ahí está,
acechando.
Cuando empecé a trabajar tenía 14
años y ya leí los primeros libros completos: La familia de Pascual Duarte y Cinco
horas con Mario; me los dejó un amigo algo mayor que yo y casi cogí una
depresión. Cuando se los devolví, le pregunté si Pascual Duarte era alguien de
su pueblo y me dijo que no, que él era de Madrid; entonces supuse que Mario
sería algún tío suyo que vivió en su barrio, Argüelles. ¡Qué drama! Cuando me
aclaró que eran personajes de ficción, me dije: ¡cómo se parece lo que escribe
los literatos a la realidad!
Don Antonio, cuando después del
franquismo conocí su vida real, la que trágicamente desemboca en Colliure, vi
claramente que la literatura y la vida eran la misma cosa...
PARROQUIAS
Me gustan
las parroquias aunque no soy nada religioso, incluso diría que soy buen
parroquiano, en cualquiera de las acepciones del término. Una vez me
preguntaron qué me gustaba más, si La Catedral o La Iglesia. Aunque la primera
es más señorial, contesté, me gusta más la segunda porque sus fieles son menos
estirados, más del pueblo llano; el oficiante suele tener más desparpajo, es
más cercano y te hace pasar mejores ratos, y aunque lo que ofrecen es muy
parecido, reconozco, y es opinión generalizada en la localidad, que la segunda
tiene mejor vino y, sobre todo, mejores tapas.
- El riesgo que tiene morderse la lengua para no decir algo, es que puedes morir envenenado con tu propia sangre.
¿SÍ
O NO?
Uno:
Es mi amigo, pero… no
me gusta cuando trata mal a la gente, no me gusta su predisposición a pensar que
todos le quieren engañar, no me gusta que quiera llevar siempre razón, no me
gusta que se crea en un escalón superior al resto de la humanidad, no me gusta
que se sienta superior a una mujer por el simple hecho de serlo. Conclusión: no
es mi amigo. (Con qué facilidad utilizamos a veces esa palabra)
Otra versión:
Es una buena persona,
pero… vive su vida y se olvida de los suyos, está casado pero continuamente va
‘de putas’ o de no putas, bebe hasta caer desparramado por el suelo, dedica a
sus vicios lo que podría dedicar a que su familia tuviese una vida mejor.
Conclusión: no es una buena persona. (Por más que se desviva para con el resto
del mundo.)
- Algunos tenemos asumido que debemos pasarnos la vida aprendiendo; otros, desde siempre, lo saben todo y son un auténtico peligro para la humanidad, estén en la trinchera que estén.
EL MESÍAS
Después de … años, más/menos, de
política, en España se ha producido el milagro, en forma de aterrizaje del
Mesías. Desde su púlpito mediático, proclama la verdad revelada, la
única, la que hará que las aguas vuelvan a su cauce, el reino de la felicidad
impere de nuevo en la tierra, regresen los dinosaurios, e, incluso, que Adán y
Eva retornen a su estado primigenio, es decir, a vivir sin pecado y sin hoja de
parra que cubra sus partes pudendas.
Estaremos al tanto de lo que suceda
porque ellos, dice, vienen para inventar de nuevo la democracia que los griegos
dejaron a medias y que ha devenido en este desastre actual, culpa del PSOE, por
supuesto, su enemigo, culpable de las hambrunas de África, el desbordamiento
del Ganges, las Siete Plagas de Egipto, además de las masacres de indios, de
las guerras mundiales y de que los tomates ya no sepan como antaño.
La vida en la tierra es un círculo
que se repite hasta la eternidad; lo malo es cuando se cierra el círculo, que
si te pilla dentro, no tienes escapatoria.
- Hay que procurar no llamar fascista a todo aquel que no piense como tú porque entonces tú serías el fascista.
ROSITA
Mi amiga Rosita es una curranta con mala suerte, aunque a
quienes la buscan con ahínco, la suerte les tiene que llegar, sí o sí. La
conocí hace unos años porque se había quedado en paro y yo la atendí en mi
trabajo, la orienté hacia dónde ir, qué hacer. Ella me dijo que le gustaba
conducir y que creía que sería una buena conductora de autobuses. Como entonces
existía la posibilidad de obtener el permiso de conducir autobuses a través de
cursos de formación, lo hizo y aprobó a la primera, y desde entonces es otra
profesión que añade a su currículo. Y le han ido saliendo trabajos esporádicos
con autobuses para hacer rutas escolares o de otro tipo. Pero ha trabajado y
busca trabajo de lo que sea porque a todo se adapta. El viernes vino a verme
porque le han vuelto a hacer un contrato en el que trabaja un tercio de la
jornada y puede seguir cobrando dos tercios de la prestación que cobraba. Así
va tirando de su vida y de la de su hijo adolescente. Me cuenta que en los dos
últimos trabajos no le pagaban. "En el penúltimo me dejaron a deber una
cantidad que acordamos me abonaría desde hace varios meses en cómodos plazos;
de momento no me ha pagado nada. En el último trabajo me deben los dos meses
que trabajé, fui a verle a principios de semana, me amenazó, me cogió del
brazo, zarandeándome, y me hizo estos cardenales..." Y me muestra su
pequeño antebrazo morado por los zarpazos del animal. ¿Le habrás denunciado?,
le pregunté. "Vengo de hacerlo. Menos mal que me llevé a un amigo porque
estuve a punto de darle una patada en tal sitio, y él me sujetó."
Nos tomamos una cerveza y durante la
conversación me decía que ahora sí, ahora había tenido muy buena suerte porque
el empresario con el que trabajaba, había llegado el final del mes y, al menos,
le había pagado. Traduciendo: la suerte ya no es que tengas trabajo sino que
llegue fin de mes y el empresario te pague.
Sólo pensé que vaya mierda de país y
mierda de empresarios esclavistas que tenemos. No pueden salir raíces
vigorosas, como decía el sonso que tenemos de presidente, cuando la semilla
está podrida, completamente podrida. Y que disculpen las excepciones que
confirman la regla.
- Si por algo lamento que vaya tan deprisa la vida es por no poder llegar a tiempo a determinados puertos.