lunes, 18 de abril de 2016

PRESENTACIÓN DE "UN PASEO POR LOS DÍAS"



Amigas y amigos:
Dice un joven poeta granadino, uno más de la fructífera cosecha de mi tierra, Jesús Montiel, después de ser premiado con varios premios de primer nivel, el último el HIPERION de poesía, que:  "Es ahora que me he dado cuenta que escribo para que me lean..." Sin querer compararme con un maestro, a mí me ha pasado algo parecido.
Hasta hace poco tiempo yo solo escribía para mí por un exceso de  pudor. Un día decidí dar el paso y publicar en las redes y pude comprobar que había gente que me leía y que, además, a algunos les gustaba lo que escribía. Después me animaron a que intentase publicar, sobre todo la persona que tengo más cerca, mi mujer, pero yo seguía pensando que eso eran palabras mayores. Los aprendices consideramos que publicar un libro es algo de rango superior y que, además, podría entenderse como un acto de soberbia. A pesar de todo y, aunque yo soy de los que piensan que se publican demasiados libros, en contradicción con mi teoría me lancé a podar mi extensa producción, dar forma a un poemario, e intentar publicar algunos de mis poemas. El último empujón lo recibí por parte de mis amigos de Granada, así que, dejando atrás los prejuicios, me lancé a la aventura  para que dictaminara el público lector si mis poemas tenían algún valor. El resultado sobrepasó, afortunadamente, las expectativas.
A todos mis lectores, gracias.
UN PASEO POR LOS DÍAS, el libro del que hablamos, no es un poemario compuesto por poemas con una temática única, no, es una colección de poemas en los que se reflejan momentos de mi vida desde 1977 hasta anteayer. La vida de una persona, de cualquier persona, es compleja y eso es lo que intenté que quedase reflejado en este libro, que bien podría haberse titulado UNA AUTOBIOGRAFÍA.
Casi desde siempre me ha gustado escribir; podría decir que desde que me topé en mi libro de Séptimo u Octavo de Primaria con el OLMO VIEJO, de Machado o con las COPLAS A LA MUERTE DE MI PADRE, de Jorge Manrique. A aquel niño de doce o trece años le maravillaba que se pudiesen decir las cosas que pasaban en la vida de forma tan sencilla y tan bella, y eso que todavía no había descubierto a los poetas del 27 porque vivía Franco y entonces no existían. En mi libro solo se hacía una excepción con algunos del 98, como Juan Ramón o Machado y su olmo viejo, al que los censores de la época consideraban inofensivo. Desde entonces quise ser poeta.
Recuerdo que cada poema, cada texto que leía, yo, niño emigrante, lo relacionaba con mi pueblo o con alguna situación de la realidad: con el OLMO VIEJO me venían a la cabeza las alamedas de mi pueblo; leía que José María Pereda había escrito PEÑAS ARRIBA, y ya veía a algún amigo vagando por los cerros de mi pueblo. El día que me topé con PLATERO, me dio un ataque de nostalgia casi hasta las lágrimas porque recordé un día en que nos hicieron una foto a mi hermano Carlos y a mí montados en el pollino de mi abuelo Grillo en mi pueblo… En fin, la  literatura solo hizo alimentar mi nostalgia por la tierra perdida, por mi pueblo, y por eso, quizás, me entusiasmaba.
Un día, recién cumplidos los 14 años, en 1973, empecé a trabajar y seguí estudiando por la noche, y en ese mundo me encontré con personas que me introdujeron en el mundo de la literatura como es procedente: leyendo y no solo aprendiéndome de memoria nombre de literatos, las fechas de su biografía y sus obras principales. Además, en la escuela nocturna coincidí con un grupo de amigos comprometidos en acabar con la dictadura franquista que daba los últimos, y trágicos, coletazos, y ellos me introdujeron en el mundo de los cantautores, a quienes tanto debemos en la difusión de la poesía. - Gracias Serrat, Paco Ibáñez, Pablo Guerrero, Aute...- Puedo decir que de la confluencia de esos dos mundos nació el Morillas aprendiz de poeta que hoy escucháis.
Y empecé a escribir, aunque mejor podría decir a  llenar cuadernos con palabras, frases, ideas, que borraba y repetía mil veces de una manera y de otra; y a buscar rimas y a desecharlas hasta que creía que aquello ya decía lo que yo quería que dijese, y lo pasaba a máquina en cuartillas que trataba de esconder camufladas en los cajones...
En los comienzos, con 15 o 16 años, un amigo que conocía mi afición me pidió que le escribiese un poema para una chica que le gustaba; lo hice y puse en él todo mi amor porque también me gustaba a mí. Se lo dio, empezaron a salir y, un día, celoso porque mi amigo me había ganado la partida, le pregunté a ella si le había gustado. Me dijo que le encantó, y entonces, por despecho,  le confesé que lo había escrito yo. Ella se limitó a mirarme con desdén y a decirme  ENVIDIOSO. Ni siquiera me invitaron a la boda por si hablaba y no callaba para siempre... En fin, escribiendo empecé a vivir una vida paralela a la que transcurría en la realidad.
Yo escribía, y escribo, como decía antes, sobre la Nostalgia por la tierra – una constante -, y por los primeros amigos. En el libro comienzo describiendo la sensación de exiliado que tiene quien, a la fuerza, abandona su tierra, y termino con un poema muy simple, de 1977, en el que reprocho que todos estuviesen dormidos cuando yo nací, permitiendo que Franco campara a sus anchas.
Recuerdo a los amigos en los DÍAS DE AYER, algunos recientemente fallecidos, demasiado pronto Catín, demasiado pronto Carlos…
Quiero llorar, amigo, sinceramente, 
y que el caudal de mis lágrimas 
forme  un río largo y caudaloso
por el que navegue tu deseo de ayer 
en forma de cenizas.
Escribo de Amor y de Desamor, de todas las batallas perdidas hasta que gané la guerra definitiva. De las curvas del camino y de las carreteras secundarias por las que te aventuras en un momento, y que abandonas porque no eres nada aventurero, para volver a tomar la autopista, más tranquila y menos peligrosa... Y es que consideras que la vida tiene que ser larga en vez de ancha, aunque son opiniones, ya sé…
Y escribí para agradecer a la vida que se llevase el lamento, en un momento determinado, de las personas a las que quería, o para reprocharle que me alejara de otras.  O para maldecir la guerra, la injusticia o la falta de solidaridad. O para llorar la muerte del hombre más grande que he conocido, mi padre:  
Escribo...
para protestar al otoño 
- aquel amigo cruel – …
...por llevarse... 
tus pasos tranquilos
y tu mirada limpia...

La vida, a nuestro pesar, se va poblando de sombras con nombres y apellidos. Y siempre, siempre, escribo para cantar a la esperanza que siempre debe acompañarnos.
Afortunadamente era muy joven cuando descubrí el efecto sedante de la escritura, sus efectos beneficiosos para la salud mental. Entonces decía:
Escribo para salvar sobre un papel LA PAZ de mi mente...
Eso escribía hace mucho tiempo, eso sigo practicando, afortunadamente, hoy.
La ventaja que tiene editar y distribuir por tus propios medios un libro y presentarlo cuando ya tiene un recorrido, es que conoces a tus lectores y muchos de ellos te hacen llegar sus opiniones. Como la mayoría son amigos de verdad, su opinión la presupongo sincera, y si no fuese así, no serían mis amigos.
Uno de ellos, mi amigo del alma, Pepe Raya, vio, con la primera lectura, 87 poemas de amor, aunque él es tan buena gente que ve amor por todas partes, y al poco tiempo me dijo que mis poemas andan solos ya en los corazones de mucha gente; otra amiga me agradeció la sinceridad de desnudarme ante quienes me leen; Damián me escribió para decirme que mis poemas translucen la esencia de mi persona; algún poeta me dijo que era la mía una poesía amena, distendida y elegante; mi amiga Loli Olmos, otro exceso de bondad, quiso ver la sombra de Benedetti en alguno de mis poemas… Mi amigo Leandro enmarcó y colocó en una pared de su casa, mi poema PALABRAS. Es un tipo listo que de sobra sabe que nunca, nunca, deben faltar las palabras, tan necesarias…  Y un hombre mayor de mi pueblo me paró por la calle para decirme que le gustaba lo que escribía porque las historias que cuento son lo que le pasa a la gente como él… Escribir historias… Así es, escribo lo que le sucede a la gente común porque yo soy uno de ellos y si he conseguido que mis poemas sean historias, miel sobre hojuelas. En fin, agradezco a todos sus palabras y agradeceré en el futuro la crítica sincera…
Así es, a grandes rasgos, mi libro, y así, más o menos, soy yo. Y doy gracias a la vida por haber llegado hasta aquí, y de tener tantos amigos como tengo. 
Quiero terminar con la última estrofa del poema ASÍ SOY, que invita a todos, en cualquier circunstancia, a asumir  el pasado y a mirar siempre hacia adelante:

Y sí volviera atrás, declaro, 
que trataría de equivocarme 
tantas veces como lo hice en el pasado 
para llegar hasta este punto 
en el que sólo soy como soy, 
sin remedio y sin la menor importancia 
porque igual que así 
podría ser de cualquier otra manera.

Muchas gracias.

LECTURA DE POEMAS

RAQUEL     
Volar

Dejaré atrás las turbulencias
y me bañaré
en el ‘mar de la tranquilidad’
de mi luna particular;
disfrutaré de los momentos
que la vida ofrezca a mis ojos
y miraré hacia adelante
con el paso firme,
derrochando todo el amor
que habite en mí,
sin poner barreras al viento
y procurando no herir
innecesariamente.

Cubriré mis ojos, mi paisaje,
con la belleza que los días,
en forma de sentimientos,
pongan ante mí.

Y volaré,
volaré  con las alas del amor,
porque, ¿qué es la vida plena
sino amor?
Fuera de él todo es
una canción que se olvida
con los últimos acordes.


Va y viene

En tus brazos de niña
se balancea el tiempo
mientras una canción
va y viene,
ebria de amor
va y viene,
pero nunca se queda.

Cada regreso
borra las tinieblas
de la huída anterior,
pero el tiempo perdido,
¿cuándo volverá?

En tus ojos de mujer
vive la paz y la ira,
mi paz y mi ira
que va y viene.



MARI JOSE

Más allá de los cerros

Nada hay más allá de los cerros,
sólo un abismo de tinieblas,
un pozo de palabras ahogadas
en la sima de los días.

Y a este lado, días y noches
que vagan como perros heridos
lamiéndose las llagas que el tiempo
–los días, las noches-
ha grabado en sus entrañas.

Nada hay más allá de los cerros;
los ojos infantiles se clavan
en la tierra de la calle desierta,
en la cal de las casas,
en las puertas abiertas;
como puñales se clavan
en las miradas perdidas
que buscan a alguien que marchó,
que dejó la casa habitada
y buscó un camino con luz
más allá de los cerros,
donde no existe nada.

Y los ojos infantiles miran
la tierra amarga que cubre la calle
y no entienden nada, nada.



KIKO

Murallas

Algún día, los pobres de la tierra
saltarán las murallas y derribarán
las puertas de nuestro bienestar;
reclamarán con justicia la parte
que pocas veces recibieron
y nos echarán en cara la desidia
de nuestro silencio cómplice 
y todas las batallas banales
que nos enfrentan mientras la mayoría
navega hacia la indigencia.

Entonces,
es probable que abramos los ojos
y tendamos nuestras manos
para compartir el pan a cambio
de unas migajas de su dignidad.

                                                          
Guerrilleros de la soledad

Hay auténticos guerrilleros
de la soledad que, con uñas y dientes,
defienden su intrínseco valor,
y a la que consideran
paradigma de la libertad.

Sin miedo a equivocarme diría
que son amantes de la soledad
porque nunca conocieron
la buena compañía,
porque el mundo que conocen
–tomado como algo abstracto-
es su fiel compañero,
pero no está compuesto
por seres individuales
que le tiendan la mano,
le miren a los ojos
y caminen a su lado…


CARLA

Seguimos estando vivos

Porque soy todas las palabras 
y el silencio 
miraré a tus ojos,
claros como el  amanecer, 
para que sientas cómo la palabra, 
incluso el silencio, 
penetra en tus sentidos 
buscando tu regazo.

Para que no quepan dudas 
en el aire que nos cubre, 
te abrazaré  sin guardarme
un ápice de la fuerza 
que resida en mi cuerpo...

Y no cruzaré calle alguna sin ti;   
te tomaré de la mano 
y asaltaremos los castillos 
del amanecer 
entrelazados en un beso 
que hará olvidar los sonidos 
perdidos de la noche, 
aquellos que lentamente 
se extinguían 
mientras llegaba el sueño 
después de la batalla. 

Y en el manantial de la tarde 
escucharemos  el sonido
de las piedras golpeando
contra los guijarros 
y sentiremos las gotas de agua 
salpicar en nuestra cara. 

Y al sentir el agua en el rostro, 
y en el confluir de nuestras  miradas 
comprobaremos, una vez más, 
que seguimos estando vivos.  


Después de los puentes de Madison

Se fue.
Se quiso ir pero no encontró
el suficiente valor 
para llenar su maleta de futuro
y dejar en el armario antiguo
todo el ayer que quería olvidar.

El camino era ancho y largo,
tanto que no se divisaba el horizonte,
pero prefirió el viento cálido conocido
a la tormenta purificadora
que se le brindaba
más allá de las rejas de su casa.

Y se fue.

Simplemente no se fue
y se arrepintió el resto de sus días.


ARSENIO

La roca
Como la roca, amor,
permanecemos,
bajo el manto azul
del cielo, a la intemperie:
el sol sembrando
de luz las sombras,
la lluvia golpeando
en las entrañas
y así, amor,
nos guarecemos,
en un abrazo
que aún no ha roto
ningún viento.
Después de las flores,
del trigo y la cebada,
llegó el invierno
y se hizo la nieve,
también la tormenta
que golpea las entrañas
para advertirnos
que ya somos mayores
porque la memoria
se ha poblado de sombras
con nombres y apellidos.
Como las rocas, amor,
y las piedras del camino,
sabes bien que cada verso
es un jalón en esta
ya extensa biografía,
una muesca en el corazón
para recordar días de gloria
y borrar lágrimas fugaces.
Cada verso, amor,
cual ejército de hojas
danzarinas del camino,
es una epopeya sobre el mar
por el que navegamos
hasta estos días en los que,
como nuestra vieja roca,
permanecemos, amor,
permanecemos,
indemnes aún
a los zarpazos del tiempo.



DORI

A mi madre

1940.
Alcanzó la lluvia la cúspide
cuando nació el primer grito
del retoño que creció
hasta hacerse vida.
El viento rondaba los cerros
y en sus entrañas
una vela se consumía.
Olía a ceniza.
Muchos habían marchado
pero ella llegaba,
y llegaba con un grito
en su frágil garganta.
El árbol, poco a poco,
se había ido quedando
desnudo, postergado,
cuando el viento trajo
su voz clara y firme,
casi inaudible; su voz
que entre la miseria
pedía pan: trigo o maíz.

Quiso buscar caminos
y cobijarse en la plácida
sombra del árbol que fuera
para siempre su casa.
Llamaron a su puerta
y no negó sus manos
como se las negaron a ella.
Y pasó el tiempo…
Brotaron raíces
sobre la tierra fértil
que cobijaba la semilla
y también llegaron
lágrimas fugaces
que hicieron al cielo llorar
al verla recorriendo caminos
que nunca imaginaron sus ojos.
Las lágrimas trajeron la noche.
¿Por qué, noche, posaste
tu negro manto de sombras
sobre el almendro florecido?

Ella caminó sobre el silencio
de las noches y los días
hasta encontrar la paloma
que surcase sus cielos,
y ahora el viento,
aquél que rondaba los cerros,
pregunta siempre por ella.
Está lejos, le digo. Sonríe.
Y el viento, como un niño,
echa a correr hacia el campo
para agradecerle al río
que se llevase su lamento.
Yo, ahora, sólo soy poeta
cuando en silencio la miro,
porque ella es la vida,
porque ella es todo…



ANTONIO

Ella es así
           
Ella es así, y así la quiero:
observa las reglas
y difícilmente cruzaría
con el semáforo en rojo…

Pero nunca calla.

Jamás la palabra necesaria
se le pudrió en la garganta.


Hombre que mira a su pasado

Cuando has pisado la tierra desnuda
de la que procede el barro originario, 
la que esconde las huellas  de las bestias 
que no contemplaron  vida humana, 
y cuyos restos arrancamos a sus entrañas 
para tratar de escribir hoy la historia 
de los tiempos sin historia.

Cuando has mirado desde las alturas 
a un horizonte de cerros desnudos, 
cincelados por la mano del agua y del viento, 
y de montañas a cuyos pies se expande  la llanura 
por donde discurre el río que baja de la nieve 
para dar vida a un vergel en medio de la nada. 

Cuando, al atardecer, contemplas al sol 
esconderse tras la línea de un cielo de ensueño, 
como dibujada en la memoria de los tiempos, 
reniegas del asfalto presente y sus colmenas, 
y de los hombres que, una vez, 
en los oscuros días del pasado 
y en aquel país anegado de miseria, 
me arrancaron el primer paisaje de los ojos,
aunque nunca consiguieron que hicieran sangre en mí 
las insaciables garras del olvido.

Me robaron el cielo y sus confines
y me hicieron un hombre que mira a su pasado, 
aunque hoy, cerradas las heridas, siento 
que  habría sido el ciudadano del mundo que soy 
desde cualquier rincón de la tierra.



CARLOS RECIO     

Circunloquios

A veces son inevitables los circunloquios,
la pura retórica
para enmascarar las palabras, 
porque, a veces,
las libertades están presas 
cumpliendo una imaginaria condena
en las cárceles de la rutina
y de la tradición.

La cabeza, cual centrifugadora,
da vueltas y vueltas, va y viene,
recuerda y proyecta en el futuro
ideas, situaciones …

Así debe ser
la fase previa de la locura,
pero aun así, es mejor
que la línea recta de la rutina
y de los cielos claros.

¿Quién no desea un poco de lluvia
mezclada con los rayos del sol
para poder ver el arco iris?


Si mañana revoco el pacto

Si mañana revoco el pacto
que hace tiempo alcancé
con mi conciencia,
que consistía en caminar
despacio y con la cabeza alta,
para permitirle a ella
descansar tranquila;
en buscar siempre caminos
de horizontes claros
en lugar de otros en los que solo
se percibiesen sombras.

Si mañana me canso
y dejo de obedecer al sentido común
que, mal que bien, creo,
me ha acompañado hasta aquí,
tendré como excusa los años
y las malas experiencias que me llevaron
al desengaño ante el mundo
y las gentes que lo habitan.

Y ese día, sin duda alguna,
habré empezado a estar muerto.



LEANDRO  

Yo estuve allí

Yo estuve allí,
en la plenitud de la primavera;
cuando empezó a crecer la hierba
a fuerza de agua y sol
yo disfruté de todo su esplendor.

Yo estuve en los momentos deliciosos,
cuando la inocencia era dueña de los actos,
la carne tersa, la belleza absoluta,
el brillo perenne en los ojos
y todo era futuro.

Me hice su compañero de viaje,
su alma gemela,
y ella la almohada donde reposó la cabeza
cuando llegó el cansancio
y el hombro que recogió las lágrimas
cuando llegaron.

Fui habitante del paraíso,
transeúnte de paso por la desdicha
y en su casa, un ventanal abierto al futuro.

Y ahora, cuando llega el otoño
y la mirada percibe
el paso del tiempo en  los cuerpos,
no pienso en la belleza de ayer
sino en  el brillo de los ojos
proyectando hacia el futuro
una mirada limpia,
con toda la carga vital que los días
han puesto sobre nuestras espaldas.

Y si fui partícipe de la primavera,
si me bañé en las aguas cálidas del verano
hasta caer redimido en los brazos del otoño,
no tengo derecho a privarme
del invierno que nos espera
para cerrar el ciclo de las estaciones.

Nunca me lo perdonaría.



LUIS

Federico no ha muerto

Si la noche hubiese sido infinita
y no hubiese amanecido el día.

Si se hubiese detenido el tiempo
para que olivos y barrancos
no vieran llegar la hora
del estruendo de las balas.

Si se hubiese desatado una tormenta
de sentido común, que hubiese
hecho de aquel dieciocho de agosto
un día más y no el marcado
en el calendario como día de la ignominia,
en el que intentaron borrar
las huellas de su paso por la tierra…

Nada de eso pasó.

Llegó el alba. Durante la noche
los esbirros de la muerte
habían desangrado a la luna 
para hacer de ese día
efeméride en la que recordar
eternamente
al hombre bueno asesinado,
al que convirtieron en bandera
de todos los buenos hombres
que caerían en una guerra,
de ricos contra pobres
que sólo consiguió sembrar
los caminos de cadáveres.



MARÍA        

El regreso     

Ya me fui
y sin embargo
queda
la leve sombra  
de mis pasos  
en el aire
esperando
el regreso;   
y queda
la calle vacía 
y el recuerdo 
a la intemperie 
de quién se fue  
mucho antes
y más lejos,
donde no existe
el agua, 
donde el aire
no es necesario…



SANTOS
Padre
Antes de que el sol
se esconda por el horizonte
en su cueva de olvido.

Antes de que el mar me acoja
en su lecho de espuma,
quiero escribirte estas
palabras, porque,
¿a quién si no a ti
le debo el aire y el agua,
el rumbo de mis pasos,
mis vaivenes…?

Y escribo estas palabras
para protestar al viento
y a la lluvia del otoño
-aquel amigo cruel -
por llevarse el eco
de tu voz clara,
el silencio de tu alma en paz,
tus pasos tranquilos 
y tu mirada limpia…

Yo seguiré escribiendo,
recordando en cada verso,
en cada palabra,
en cada paso,
tu voz clara, tu mirada limpia…



Para finalizar el acto, un poema inédito…


Una mañana de agosto en Guadix
A veces me gusta echar un rato solo, 
tomar una cerveza en medio del tumulto,
rodeado de nadie, y pensar en nada, 
o darle mil vueltas al último  
pensamiento intrascendente.
Mirar la tapa y decirme en silencio:  
"con esto ya he comido".

A veces me gusta pasear por el campo, 
a solas, charlando con los recuerdos, 
contarle a los álamos mis días de ayer, 
e imaginar cómo habría sido la vida 
si aquella carta hubiese tenido 
la contestación que esperaba. 

A veces me gusta cruzar la acequia 
por la mañana temprano, 
llegar a la higuera al otro lado del río,
la misma higuera de hace medio siglo, 
y comer un higo para comprobar 
que ya todo ha cambiado...

A veces me gusta madrugar, 
salir a la calle
y contarle mis desesperanzas
a las primeras luces de la mañana.
Ellas saben...

Aunque, para ser sincero, 
prefiero la buena compañía,  
la mirada cómplice, 
la sonrisa franca, 
los ojos que apagan 
los diluvios de la soledad 
en los días sombríos, 
los labios que pronuncian 
la palabra necesaria 
que abre la puerta, 
la palabra necesaria 
que es la llave 
que abre todas las puertas...


Gracias, amigos. Os espero en el próximo libro. Muchísimas gracias.

Getafe, 15 de abril de 2016









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